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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Y cuando se acostase aquella noche —sola o acompañada—, habría un nuevo<br />

cerrojo en la puerta.<br />

Cas entró en Angel's Fist abordo <strong>de</strong> su furgoneta Ford con un CD <strong>de</strong> Waylon<br />

Jennings gimiendo en el reproductor. Antes <strong>de</strong> entrar en el pueblo había estado<br />

escuchando a Faith Hill, a quien consi<strong>de</strong>raba el no va más en cuestión <strong>de</strong> mujeres.<br />

Pero a pesar <strong>de</strong> eso y <strong>de</strong> sus excelsas cuerdas vocales, un tipo no podía recorrer el<br />

pueblo con una chica cantando en su furgoneta.<br />

Salvo que estuviese vivita y coleando, claro.<br />

Estaba pensando en una chica. En realidad, en un par; en su mente cabían<br />

muchas mujeres. Vio a una <strong>de</strong> ellas, vestida con unos vaqueros ajustados y una<br />

suda<strong>de</strong>ra roja, que subida a una escalera <strong>de</strong> mano pintaba <strong>de</strong> un vivo y alegre<br />

amarillo los postigos <strong>de</strong> la pequeña casa <strong>de</strong> muñecas que tenía alquilada.<br />

Pisó el acelerador a fondo, esperando que ella se volviese y admirase su imagen<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l masculino vehículo negro. Al ver que no se volvía, puso los ojos en blanco<br />

y aparcó.<br />

Siempre había tenido que esforzarse más con esa mujer para sacar unas migajas<br />

que con las <strong>de</strong>más para conseguir el pastel entero.<br />

—¡Hola, Linda-Gail!<br />

—¡Hola, tú! —respondió ella sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pintar.<br />

—¿Qué haces?<br />

—Me estoy haciendo una limpieza <strong>de</strong> cutis y una pedicura. ¿A ti qué te parece<br />

que hago?<br />

Él volvió a poner los ojos en blanco y bajó <strong>de</strong> la furgoneta para acercarse.<br />

—¿Tienes el día libre?<br />

Ya había echado un vistazo al horario y sabía que sí.<br />

—Así es. ¿Y tú?<br />

—Tengo a unos turistas, pero hoy salen a remar. ¿Has visto a Reece?<br />

—No.<br />

Golpeó la ma<strong>de</strong>ra con la brocha lo bastante fuerte para que salpicase y para<br />

obligarle a apartarse <strong>de</strong> un salto.<br />

—Ten cuidado.<br />

—Pues muévete.<br />

«Qué mujer más tozuda», pensó. No sabía por qué volvía a intentarlo con ella si<br />

siempre le insultaba.<br />

—Oye, solo quería saber cómo estaba, eso es todo.<br />

—Tu madre me dijo que la <strong>de</strong>jase en paz y eso hago —dijo con un suspiro,<br />

bajando la brocha—. Aunque me gustaría enterarme. Es horrible.<br />

—Horrible... —repitió él—. Pero en cierto modo emocionante.<br />

—¡Sí que lo es! —exclamó ella mientras se contorsionaba para mirarle—. Nos<br />

gusta el morbo, pero ¡Dios mío, es un asesinato! Bebe cree que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser una<br />

pareja que atracó un banco o algo así, tuvieron un enfado, él la mató y se ha quedado<br />

con todo el dinero.<br />

—Una teoría como otra cualquiera.<br />

— 124 —

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