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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Capítulo 7<br />

—¿Qué tal, Brody? ¿Reece? —Rick se quitó el sombrero al entrar y pasó la<br />

mirada por la barra <strong>de</strong> la cocina—. Siento interrumpir vuestra cena.<br />

—No importa, hemos terminado —contestó Reece poniéndose en pie; las<br />

rodillas le temblaban—. ¿La ha encontrado?<br />

—¿Os importa que me siente?<br />

¿Cómo podía haber olvidado el ritual propio <strong>de</strong> las visitas <strong>de</strong> los policías?<br />

Pedirles que entren, que se sienten, ofrecerles café. Aquellos días había hecho acopio<br />

<strong>de</strong> café para los amigos. Y para la policía.<br />

—Lo siento. —Reece hizo un gesto hacia el sofá—. Por favor. ¿Puedo traerle<br />

algo?<br />

—Estoy bien, gracias.<br />

Después <strong>de</strong> acomodarse en el sofá, Rick se colocó el sombrero sobre las rodillas<br />

y esperó a que Reece se sentase. Como había hecho antes en su propia cabaña, Brody<br />

se quedó apoyado en la barra.<br />

La muchacha lo supo antes <strong>de</strong> que hablase, lo vio en su rostro. Había aprendido<br />

a leer la expresión cuidadosamente neutra que mostraba la policía.<br />

—No he encontrado nada.<br />

Sin embargo, Reece sacudió la cabeza.<br />

—Pero...<br />

—Vamos a tomárnoslo con calma—la interrumpió Rick—. ¿Por qué no vuelves<br />

a contarme lo que viste?<br />

—Oh, Dios mío. —Reece se pasó las manos por la cara, se apretó los ojos con los<br />

<strong>de</strong>dos y <strong>de</strong>jó caer las manos en su regazo. Sí, claro. Volver a contarlo. Otra parte <strong>de</strong>l<br />

ritual—. De acuerdo.<br />

Recitó <strong>de</strong> nuevo todo lo que recordaba.<br />

—Habrá echado el cadáver en el río, o lo habrá enterrado, o... —añadió.<br />

—Ya comprobaremos eso. ¿Estás seguro <strong>de</strong>l sitio, Brody?<br />

—Te he mostrado en el mapa el lugar don<strong>de</strong> Reece me dijo que lo vio. Muy<br />

cerca <strong>de</strong> los pequeños rápidos.<br />

—Al otro lado <strong>de</strong>l río —le dijo Rick a Reece, en un tono tan neutro como su<br />

rostro—. A tanta distancia, pue<strong>de</strong>s haberte confundido. Y mucho.<br />

—No. Los árboles, las rocas, el agua blanca... No me he confundido.<br />

—No había ninguna señal <strong>de</strong> lucha en esa zona. No he encontrado ninguna<br />

cuando he examinado el entorno.<br />

—Debió <strong>de</strong> borrar sus huellas.<br />

—Podría ser —dijo en un tono en el que se percibía la duda; una ligera salida <strong>de</strong><br />

— 77 —

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