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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Reece se sentó y empezó; se esforzó en relatar los <strong>de</strong>talles sin atascarse ni pasar<br />

por alto nada relevante. En silencio, Brody sirvió el café y puso una taza <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

Rick.<br />

Mientras hablaba, Reece acariciaba la botella <strong>de</strong> arriba abajo, una y otra vez,<br />

mientras el sheriff tomaba notas y la observaba. Brody se apoyó en la encimera gris;<br />

bebía su café en silencio.<br />

—De acuerdo. Dime, ¿crees que podrías i<strong>de</strong>ntificar a alguna <strong>de</strong> esas dos<br />

personas?<br />

—Tal vez a ella. Tal vez. Pero a él no llegué a verlo. Me refiero a su cara. Estaba<br />

<strong>de</strong> espaldas a mí y llevaba una gorra. Me parece que los dos llevaban gafas <strong>de</strong> sol.<br />

Ella seguro, al principio. Tenía el pelo castaño o negro. Castaño, creo. Pelo largo y<br />

castaño. Ondulado. Y llevaba una chaqueta roja y una gorra.<br />

Rick se volvió hacia atrás para mirar a Brody.<br />

—¿Tú qué viste?<br />

—A Reece. —Se acercó a la cafetera para volver a llenar su taza—. Estaba más o<br />

menos a medio kilómetro <strong>de</strong> mí, camino arriba, cuando se <strong>de</strong>tuvo. Des<strong>de</strong> don<strong>de</strong><br />

estaba sentado no podría haber visto lo que sucedió aunque hubiese estado mirando<br />

hacia allí.<br />

Mardson se estiró el labio inferior.<br />

—Entonces no estabais juntos.<br />

—No. Como ha dicho Reece, pasó por don<strong>de</strong> yo estaba trabajando, hablamos<br />

un poco y siguió a<strong>de</strong>lante. Al cabo <strong>de</strong> una hora más o menos, me dirigí hacia arriba y<br />

tropecé con ella, bajaba corriendo. Me contó lo que había pasado y subí hasta don<strong>de</strong><br />

ella había estado.<br />

—¿Viste algo entonces?<br />

—No. Si quieres saber dón<strong>de</strong> era, traeré un mapa y te lo mostraré.<br />

—Te lo agra<strong>de</strong>zco. Reece —continuó Rick cuando Brody salió <strong>de</strong> la cocina—,<br />

¿has visto algún barco, coche o camioneta? ¿Algo así?<br />

—No. Creo que busqué una barca o algo parecido, pero no vi ninguna. Pensé<br />

que <strong>de</strong>bían <strong>de</strong> estar acampados, pero tampoco vi ningún equipo ni tienda. Solo los vi<br />

a ellos. Solo le vi a él estrangulándola.<br />

—Cuéntame todo lo que puedas <strong>de</strong>l hombre. Lo que te venga a la mente —<br />

insistió—. Nunca se sabe lo que vas a sacar, lo que vas a recordar.<br />

—No le presté <strong>de</strong>masiada atención. Era blanco... Estoy bastante segura. Le vi las<br />

manos, pero llevaba guantes. Negros o marrones. Pero su perfil... Estoy segura <strong>de</strong><br />

que era blanco. Supongo que podía ser hispano o indio. Estaba muy lejos, incluso con<br />

los prismáticos, y al principio yo simplemente mataba el rato. Entonces ella le<br />

abofeteó. Dos veces. La segunda vez. Él la empujó o le pegó. Ella se cayó al suelo.<br />

Todo ocurrió muy <strong>de</strong>prisa. Él llevaba una chaqueta negra. Una chaqueta oscura y<br />

una <strong>de</strong> esas gorras <strong>de</strong> caza <strong>de</strong> color naranja o rojizo.<br />

—Vale, es un buen comienzo. ¿Y el pelo?<br />

—Me parece que no me fijé —respondió ella conteniendo un estremecimiento.<br />

Ya había pasado por aquello. Las preguntas que no podía contestar—. Se lo <strong>de</strong>bían<br />

— 70 —

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