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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

modos, la tengo bastante convencida <strong>de</strong> que estoy bien, así que ahora está en<br />

Barcelona, en un viaje <strong>de</strong> compras. —Sacó los champiñones, les echó un poco <strong>de</strong><br />

parmesano por encima y los puso a gratinar—. Estarían mejor si fuese fresco, pero no<br />

lo he encontrado.<br />

—Haré un esfuerzo y probaré alguno.<br />

Cuando estuvieron gratinados a su gusto y colocados en una fuente, Reece los<br />

puso entre los dos, sobre la encimera.<br />

—Esta es la primera comida que preparo para otra persona en los dos últimos<br />

años.<br />

—Abajo cocinas todos los días.<br />

La muchacha sacudió la cabeza.<br />

—Eso es trabajo. Me refiero a que es la primera comida que preparo por gusto.<br />

La otra noche no cuenta. Fue una cena improvisada. Hasta esta noche no me he dado<br />

cuenta <strong>de</strong> lo mucho que lo echaba <strong>de</strong> menos.<br />

—Me alegro <strong>de</strong> ser útil —dijo él antes <strong>de</strong> meterse un champiñón en la boca—.<br />

Están buenos.<br />

Ella cogió otro, lo mordió y sonrió.<br />

—Sí que lo están.<br />

No fue <strong>de</strong>masiado difícil. Más fácil para ella que salir, buscar o aceptar alguna<br />

actividad <strong>de</strong>stinada a matar el rato o crear tácticas <strong>de</strong> conversación. Allí podía<br />

relajarse, disfrutar <strong>de</strong> los últimos preparativos para la cena. Y, curiosamente, podía<br />

relajarse con Brody y disfrutar <strong>de</strong> él.<br />

—Será más cómodo si sirvo la comida en los platos. ¿Te parece bien?<br />

—A<strong>de</strong>lante —dijo él, indicando su plato con el vaso <strong>de</strong> vino—. No seas tacaña.<br />

Mientras ella servía, él vertió más vino en los vasos. Se había fijado en las velas,<br />

las servilletas elegantes y el robusto molinillo <strong>de</strong> pimienta. «Todo nuevo —pensó—,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi última visita.»<br />

También se había fijado en su libro, colocado sobre la mesita situada junto al<br />

diván.<br />

Supuso que Reece se estaba instalando y que no tardaría mucho en ver un<br />

jarrón con flores y un par <strong>de</strong> fotos en la pared.<br />

—He empezado tu novela—dijo Reece mirándole a los ojos.<br />

El corazón <strong>de</strong> Brody sufrió una rápida sacudida. Aquella mujer tenía lo que se<br />

dice unos ojazos.<br />

—¿Qué te parece?<br />

—Me gusta —contestó mientras se sentaba a su lado y se colocaba la servilleta<br />

sobre el regazo—. Da miedo y eso es bueno. Me distrae <strong>de</strong> mis propios nervios. Jack<br />

me cae bien. Es tan <strong>de</strong>sgraciado... Espero que no acabe en esa tumba. A<strong>de</strong>más, me<br />

parece que Leah pue<strong>de</strong> en<strong>de</strong>rezarle.<br />

—¿Eso es lo que se supone que hacen las mujeres? ¿En<strong>de</strong>rezar a los hombres?<br />

—Se supone que las personas se en<strong>de</strong>rezan unas a otras, cuando pue<strong>de</strong>n y si el<br />

otro les importa lo suficiente. A ella le importa él, así que confío en que acaben<br />

juntos.<br />

— 131 —

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