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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—No te <strong>de</strong>jo. Volveré <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> unos minutos.<br />

Dejó el cuchillo don<strong>de</strong> estaba y sacó su bate <strong>de</strong> béisbol <strong>de</strong>l armario.<br />

—Cuando salga, cierra la puerta. Haz la llamada.<br />

No le gustaba <strong>de</strong>jarla allí, asustada; no podía estar seguro <strong>de</strong> que no per<strong>de</strong>ría la<br />

cabeza. Pero un hombre <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r lo que era suyo.<br />

«Probablemente hará mucho que se ha ido», pensó Brody mientras examinaba<br />

su <strong>de</strong>spacho. Probablemente. De todos modos, era su obligación comprobarlo,<br />

proteger la casa, hacerla segura.<br />

Mantener a Reece a salvo.<br />

Luego fue al cuarto <strong>de</strong> baño. El intruso podía haberse escondido en él cuando<br />

estaban en el dormitorio. Con el bate sobre el hombro, echó un vistazo rápido. Se<br />

sintió ridículo cuando el estómago se le encogió <strong>de</strong> miedo.<br />

Seguro <strong>de</strong> que no había nadie en el segundo piso, empezó a bajar por la<br />

escalera.<br />

Sola, Reece se quedó un momento mirando la puerta. Saltó sobre la cama y<br />

gateó hasta alcanzar el teléfono.<br />

—Policía. ¿Cuál es la naturaleza <strong>de</strong> su emergencia?<br />

—Ayuda. Necesitamos ayuda. Está aquí.<br />

—¿Qué clase <strong>de</strong>...? ¿Reece? ¿Es Reece Gilmore? Soy Hank ¿Qué ocurre? ¿Está<br />

herida?<br />

—Estoy en casa <strong>de</strong> Brody, en la cabaña <strong>de</strong> Brody. El la mató. Está aquí. Dense<br />

prisa.<br />

—No cuelgue. No quiero que cuelgue. Voy a enviar a alguien. Espere.<br />

Al oír un estampido proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> abajo, Reece gritó y el auricular <strong>de</strong>l teléfono<br />

se le cayó. ¿Disparos? ¿Eran disparos? ¿Eran reales o solo estaban en su cabeza?<br />

Sollozando, cruzó la cama a gatas y cogió el cuchillo.<br />

No había corrido el pestillo. Pero si lo hacía, Brody estaría atrapado a un lado y<br />

ella al otro. Podía estar herido. Podía morir sin que ella hiciese nada para evitarlo.<br />

Ginny había muerto sin que ella hiciese nada para evitarlo.<br />

Se puso en pie. Era como pisar almíbar. Como abrirse paso a través <strong>de</strong> aquella<br />

sustancia espesa y viscosa que obstruía los oídos, la nariz, los ojos. Y al acercarse a la<br />

puerta, a través <strong>de</strong>l sordo zumbido <strong>de</strong> su cabeza, oyó pisadas en la escalera.<br />

Esta vez la encontrarían; esta vez sabrían que no estaba muerta. Lo sabrían, y<br />

acabarían.<br />

—Reece. Ya está. Soy Brody. Abre la puerta.<br />

—Brody. —Pronunció su nombre como si quisiera comprobar cómo sonaba.<br />

Luego, con un grito <strong>de</strong> alivio que era como el dolor, abrió la puerta <strong>de</strong> un tirón y,<br />

tambaleándose, lo miró.<br />

—Ya está —repitió él mientras le quitaba el cuchillo—. Se ha marchado.<br />

De pronto Reece empezó a ver puntos blancos y negros.<br />

Cuando los bor<strong>de</strong>s ya enrojecían, él la sentó en una silla y le puso la cabeza<br />

entre las rodillas.<br />

—Para. Para y respira. Vamos.<br />

— 286 —

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