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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—Me alegro <strong>de</strong> que te haya gustado.<br />

—Lo bastante para haber comprado otro esta tar<strong>de</strong>. Lazos <strong>de</strong> sangre.<br />

Brody frunció el ceño.<br />

—¿Qué? —preguntó la muchacha.<br />

—Es... violento. Bastante gráfico en un par <strong>de</strong> escenas. Pue<strong>de</strong> que no te guste.<br />

—¿Porque he experimentado la violencia gráfica <strong>de</strong> primera mano?<br />

—Pue<strong>de</strong> recordarte cosas que te hagan sentir incomoda.<br />

—Si es así, lo <strong>de</strong>jare. Igual que tú pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>jarle la ensalada <strong>de</strong> espinacas —dijo<br />

antes <strong>de</strong> comprobar el horno y la sartén y coger su martini—. La cena está a punto.<br />

¿Por qué no encien<strong>de</strong>s esas velas y abres el vino?<br />

—Sí, claro.<br />

—Bueno, y ¿con qué te has <strong>de</strong>spistado?<br />

—¿Despistado?<br />

—Cuando he llegado, has dicho que te habías <strong>de</strong>spistado.<br />

—Es verdad —reconoció Brody mientras encendía las velas <strong>de</strong> color azul<br />

marino, a juego con las servilletas, que Reece había colocado en la mesita—. Trabajo.<br />

«Es hombre <strong>de</strong> pocas palabras», pensó Reece.<br />

—¿En ese contexto, <strong>de</strong>bo enten<strong>de</strong>r que tu libro va bien?<br />

—Sí —contestó él mientras sacaba el vino <strong>de</strong>l frigorífico. Chenin Blanc, como le<br />

habían dicho—. Ha sido un buen día,<br />

—No piensas hablar <strong>de</strong> eso.<br />

Brody se puso a buscar un sacacorchos en los cajones <strong>de</strong> la cocina, pero ella<br />

había llevado uno y se lo dio.<br />

—¿De qué?<br />

—Del libro.<br />

Él reflexionó mientras abría el vino; Reece seguía añadiendo espinacas a la<br />

sartén.<br />

—Iba a matarla. Te lo dije el día que nos encontramos en el sen<strong>de</strong>ro.<br />

—Sí, lo recuerdo. Dijiste que el malo iba a matarla allí, que iba a empujarla al<br />

agua.<br />

—Sí, y lo intentó. La hirió, la maltrató, la aterrorizó, pero no consiguió<br />

empujarla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cresta como tenía previsto.<br />

—Se escapó.<br />

—Saltó.<br />

Reece le echó una ojeada mientras sacaba la verdura <strong>de</strong> la sartén.<br />

—Saltó.<br />

Brody nunca hablaba <strong>de</strong> su trabajo con nadie. En general le irritaba que le<br />

preguntasen por él. Pero quería contárselo a ella y ver su reacción.<br />

—Llueve mucho, el sen<strong>de</strong>ro está cubierto <strong>de</strong> fango. Ella está herida y llena <strong>de</strong><br />

golpes; le sangra la pierna. Está sola allí arriba con él. Nadie pue<strong>de</strong> ayudarla. No<br />

pue<strong>de</strong> correr más que él. El hombre es más fuerte, más rápido y está como una cabra.<br />

Por eso salta. Yo suponía que moriría. Nunca planeé que pasara <strong>de</strong>l capítulo ocho.<br />

Pero me equivocaba.<br />

— 165 —

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