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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—Acabamos <strong>de</strong> pasar juntos por una experiencia cercana a la muerte;<br />

seguramente me oíste <strong>de</strong>cir que estaba dispuesto a morir por ti. Pero no presionas.<br />

—No quiero nada que <strong>de</strong>ba sacarte con presiones, así que <strong>de</strong>jémoslo.<br />

Puso el té sobre la mesa y frunció el ceño cuando llamaron a la puerta principal.<br />

—Ya —dijo Reece—. Supongo que vamos a tener un montón <strong>de</strong> visitas, un<br />

montón <strong>de</strong> preguntas, un montón <strong>de</strong> gente queriendo saber exactamente qué pasó.<br />

—Eso no es gran cosa. —Antes <strong>de</strong> que ella se alejara <strong>de</strong> la mesa, la cogió <strong>de</strong> la<br />

mano y añadió—: No, tengo que ir yo. Estoy esperando algo.<br />

—Se supone que tienes que <strong>de</strong>scansar.<br />

—Soy capaz <strong>de</strong> ir hasta la puerta. Y tómate tú ese té cursi. Yo acompañaré los<br />

huevos con una Coca-Cola.<br />

Reece sacudió la cabeza mientras Brody se alejaba, pero <strong>de</strong>cidió seguirle la<br />

corriente. Fue a buscar un vaso, lo llenó <strong>de</strong> hielo y sacó una Coca-Cola. Después <strong>de</strong><br />

servirla, cogió el té que él no quería.<br />

Se <strong>de</strong>tuvo con la taza a medio camino <strong>de</strong> los labios cuando él regresó a la<br />

cocina. Llevaba un montón <strong>de</strong> tulipanes sobre el brazo sano.<br />

—No me dijiste <strong>de</strong> qué color te gustaban, así que los he pedido <strong>de</strong> todos los<br />

colores.<br />

—¡Madre mía!<br />

—Tu flor favorita, ¿no?<br />

—Así es. ¿De dón<strong>de</strong> han salido?<br />

—He llamado a Joanie. Cuando <strong>de</strong> verdad necesitas algo, Joanie es tu chica.<br />

Bueno, ¿los quieres o no?<br />

—Claro que sí —contestó ella con una luminosa sonrisa mientras los cogía y<br />

enterraba la cara en ellos—. Son bonitos, sencillos, encantadores. Como un arco iris<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una terrible tormenta.<br />

—Menuda tormenta, Flaca. Yo diría que te mereces un arco iris.<br />

—Los dos nos lo merecemos —dijo ella levantando la cabeza para sonreírle—.<br />

Entonces, ¿estás pidiéndome que vayamos en serio?<br />

Al ver que él no <strong>de</strong>cía nada, nada en absoluto, el corazón <strong>de</strong> Reece empezó a<br />

latir <strong>de</strong>spacio y con regularidad.<br />

—Voy a comprar la cabaña —dijo Brody por fin.<br />

—¿Ah, sí?<br />

—En cuanto convenza a Joanie. Pero puedo ser muy persuasivo. Quiero<br />

ampliarla un poco. Un <strong>de</strong>spacho más gran<strong>de</strong>, una terraza... Veo dos sillas en esa<br />

terraza. Veo tulipanes fuera... En primavera, ¿no?<br />

—Los habría.<br />

—Pue<strong>de</strong>s cocinar en el restaurante, montar un negocio y llevar tu propia cocina.<br />

Pue<strong>de</strong>s escribir libros <strong>de</strong> cocina. Lo que te apetezca. Pero vas ha tener que quedarte<br />

y, tar<strong>de</strong> o temprano, lo haremos legal.<br />

—¿De verdad?<br />

—¿Me quieres o no?<br />

—Sí. Sí, te quiero.<br />

— 346 —

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