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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

A<strong>de</strong>más, no era ningún cerdo.<br />

Se remangó su suda<strong>de</strong>ra favorita, bastante sucia, y luego sacó <strong>de</strong>l frega<strong>de</strong>ro los<br />

platos amontonados.<br />

—Para empezar, ¿por qué se ponen ahí? —se preguntó mientras echaba jabón y<br />

abría el grifo <strong>de</strong>l agua caliente— . Cada puñetera vez que se hace eso, hay que volver<br />

a sacarlos.<br />

Lavó, aclaró y <strong>de</strong>seó que en la cabaña hubiese un maldito lavavajillas. Y pensó<br />

en Reece.<br />

Se preguntó si habría acudido a su cita con el doctor Wallace. Se preguntó qué<br />

vería en aquellos gran<strong>de</strong>s ojos oscuros por la noche, cuando cruzase la puerta <strong>de</strong> su<br />

cabaña. Serenidad, nervios, diversión, tristeza...<br />

Qué aspecto tendría ella en su cocina, elaborando los platos cual un artista.<br />

Equilibrando formas, colores y texturas.<br />

Luego estarían los olores, los sabores, <strong>de</strong> lo que preparaba y <strong>de</strong> ella misma.<br />

Curiosamente, los olores y sabores <strong>de</strong> ella lo envolvieron.<br />

Puso los platos a escurrir y se <strong>de</strong>dicó a <strong>de</strong>spejar la mesa. Se dio cuenta <strong>de</strong> que<br />

nunca había compartido una cena con nadie en la cabaña. Solo cerveza y algún<br />

aperitivo cuando el doctor, Mac o Rick se <strong>de</strong>jaban caer por allí.<br />

Había organizado una partida <strong>de</strong> póquer una o dos veces. Más cerveza,<br />

galletas, puros.<br />

Hubo vino y huevos revueltos a las dos <strong>de</strong> la mañana con la encantadora Gwen<br />

<strong>de</strong> Los Ángeles, que había ido a esquiar y termino en su cama una memorable noche<br />

<strong>de</strong> enero.<br />

Pero aquellos intervalos casuales no eran comparables al hecho <strong>de</strong> que una<br />

mujer preparase la cena y la compartiese contigo en tu casa.<br />

Llevó los periódicos al lava<strong>de</strong>ro y los apiló en el montón que sacaba una vez a<br />

la semana para reciclar. Después <strong>de</strong> mirar el cubo y la fregona con el ceño fruncido,<br />

los cogió.<br />

—No soy un cerdo —murmuró mientras fregaba el suelo <strong>de</strong> la cocina.<br />

Debía arreglar el dormitorio, por si las cosas acababan ahí. Si no acababan ahí,<br />

al menos no tendría que contemplar el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n mientras se pasaba la noche solo sin<br />

po<strong>de</strong>r dormir.<br />

Se pasó una mano por el rostro y se recordó que <strong>de</strong>bía afeitarse. Por la mañana<br />

no se había molestado en hacerlo.<br />

Seguramente Reece querría velas, así que buscaría algunas por la casa. Sin duda<br />

era agradable sentarse a cenar con una mujer bonita a la luz <strong>de</strong> las velas.<br />

Pero cuando se sorprendió preguntándose si habría tulipanes en aquella época<br />

<strong>de</strong>l año, se paró en seco.<br />

Des<strong>de</strong> luego que no. Estaba pensando tonterías. Cuando un tipo salía a<br />

comprarlo flores a una mujer—sobre todo sus flores favoritas—, le estaba pidiendo a<br />

gritos que captase señales serias. Señales peligrosas y complicadas.<br />

Nada <strong>de</strong> tulipanes.<br />

A<strong>de</strong>más, si compraba flores tendría que comprar también algún cacharro don<strong>de</strong><br />

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