12.05.2013 Views

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—¿Y ahora?<br />

—Pues... —Rick pareció <strong>de</strong>sanimado—. Hay muchas cosas que <strong>de</strong>bería haber<br />

hecho, que podía haber hecho, que habría hecho. Te he pedido que vengas a hablar<br />

<strong>de</strong> esto, Brody, porque creo que <strong>de</strong>bes ser el primero en saberlo. Tú has apoyado a<br />

Reece <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento. Algo que muchos no hemos hecho.<br />

—Ella sabía lo que había visto. —Su visión se enturbió un instante.<br />

—Sí, es verdad —Rick se levantó y se acercó a la ventana—. No he podido<br />

librarme <strong>de</strong> ello. Es una lástima.<br />

—Reece también <strong>de</strong>bería estar aquí. —Brody tomó otro trago <strong>de</strong> café; su móvil<br />

sonó y se dispuso a cogerlo. La fatiga caía sobre él como una bruma.<br />

—Lo estará.<br />

—Dame algunos <strong>de</strong>talles antes <strong>de</strong>...<br />

Aquella voz, pastosa como la <strong>de</strong> un borracho, ¿era la suya? Cuando la<br />

habitación empezó a dar vueltas, trató <strong>de</strong> ponerse en pie. Un instante <strong>de</strong> conciencia le<br />

llevó a acercarse a Rick pero dio un traspié.<br />

—Hijo <strong>de</strong> puta...<br />

—No puedo hacer nada más.<br />

Cuando Brody cayó al suelo, Rick le miró con sincero pesar.<br />

—No puedo hacer otra maldita cosa.<br />

Reece llamó al teléfono <strong>de</strong> casa <strong>de</strong> Brody y a su móvil media docena <strong>de</strong> veces.<br />

Ya estaba oscureciendo. Quería oír su voz, quería <strong>de</strong>cirle lo que sabía.<br />

Lo sabía.<br />

Y, sabiéndolo, no podía cortar más pollo al horno ni preparar otra montaña <strong>de</strong><br />

puré <strong>de</strong> patatas.<br />

—Tengo que marcharme, Joanie.<br />

—Estamos en lo que llamamos la hora punta <strong>de</strong> la cena. Y tú eres lo que<br />

llamamos la cocinera.<br />

—No puedo ponerme en contacto con Brody. Es importante.<br />

—Y a mí los amoríos <strong>de</strong> todo el mundo ya me han dado bastantes problemas.<br />

—Esto no tiene que ver con amoríos —respondió mientras se quitaba el<br />

<strong>de</strong>lantal—. Lo siento. Lo siento <strong>de</strong> verdad. Tengo que encontrarle.<br />

—Este local no tiene puerta giratoria. Si sales, no podrás volver.<br />

—Tengo que hacerlo.<br />

Se fue mientras Joanie mal<strong>de</strong>cía a sus espaldas. El sol estaba ya <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los<br />

picos; el crepúsculo daba un tono gris al lago.<br />

Se maldijo porque la insistencia <strong>de</strong> Brody para que no fuese y volviese sola <strong>de</strong>l<br />

trabajo significaba que tendría que ir andando hasta la cabaña. Recorrió el primer<br />

kilómetro y medio al trote, buscando entre la penumbra la luz que él encendía en la<br />

cabaña al anochecer.<br />

Se dijo que habría salido a comprar cerveza. O a dar una vuelta en coche para<br />

<strong>de</strong>spejarse. O que estaba en la ducha, o dando un paseo.<br />

Se encontraba bien, estuviera don<strong>de</strong> estuviese.<br />

Ella se estaba asustando por nada.<br />

— 336 —

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!