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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—Agárralo fuerte, Flaca —dijo Brody entre ja<strong>de</strong>os. Se movió en el intento <strong>de</strong><br />

alcanzar la pistola. Rick se arrojó sobre Reece, la tiró al suelo y se hizo con el revólver<br />

<strong>de</strong> un tirón. Cuando lo volvió hacia su propia sien, Brody le dio un puñetazo en la<br />

cara—. No será tan fácil —dijo, y gateó para recuperar el arma, <strong>de</strong> nuevo en el<br />

suelo—. Apunta eso hacia otro lado —le dijo a Reece.<br />

Ella se sentó don<strong>de</strong> estaba, con el rifle aún en las manos.<br />

—He echado a correr.<br />

—Sí, has sido muy lista.<br />

—Pero no he huido.<br />

Brody, agotado, herido y mareado, se sentó junto a ella.<br />

—No, no has huido.<br />

En ese momento Cas y Linda-Gail llegaron corriendo, él vestido solo con unos<br />

vaqueros y ella arrastrando una sábana que la envolvía a medias.<br />

—¡Por todos los diablos! ¿Qué ocurre? —quiso saber Cas—. ¡Madre mía, Brody!<br />

¿Te han disparado?<br />

—Sí. —Brody se apretó el brazo con una mano y se observó la palma, mojada y<br />

roja, antes <strong>de</strong> levantar la vista hacia Reece—. Ya tenemos algo más en común.<br />

Entre ellos, Rick permanecía inmóvil, se cubrió el rostro con las manos y se echó<br />

a llorar.<br />

Al amanecer, Reece ayudó a Brody a bajar <strong>de</strong>l coche.<br />

—Podrías haberte quedado en el hospital a pasar el día, o un par <strong>de</strong> días.<br />

—Podría haberme pasado un par <strong>de</strong> horas dándome con una piedra en la<br />

espinilla. Ninguna <strong>de</strong> las dos experiencias me entusiasma. A<strong>de</strong>más, ¿has visto a la<br />

enfermera que me han asignado? Tenía cara <strong>de</strong> bulldog. Daba miedo.<br />

—Bien, pero harás lo que te han dicho. Pue<strong>de</strong>s elegir entre la cama y el sofá.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> estarás tú?<br />

—En la cocina. No tomarás café.<br />

—Flaca, pue<strong>de</strong> que no vuelva a tomar café en toda mi vida.<br />

A Reece le temblaron los labios, pero los apretó para ahogar un sollozo.<br />

—Voy a prepararte un té y unos huevos revueltos. ¿Cama o sofá?<br />

—Quiero sentarme en la cocina a mirar cómo guisas para mí. Me distraerá <strong>de</strong>l<br />

dolor.<br />

—No te dolería si te hubieses tomado las medicinas.<br />

—Creo que tampoco volveré a tomar medicinas en toda mi vida. En la cabaña<br />

<strong>de</strong> Rick me sentí como si flotase en un mar <strong>de</strong> cola. Os oía hablar, pero no lograba<br />

asimilar las palabras, al principio. Solo podía hacerme el muerto y esperar una<br />

oportunidad.<br />

—Estando como estabas, atado a una silla y atontado por las píldoras, podía<br />

haberte matado.<br />

—Podía habernos matado a los dos. Lo habría hecho —corrigió Brody—, pero<br />

tú no saliste huyendo cuando tuviste la ocasión. —Dejó escapar un suspiro cuando<br />

ella le ayudó a sentarse en una silla ante la mesa <strong>de</strong> la cocina—. Menuda nochecita,<br />

¿eh, Reece? —dijo al ver que ella le daba la espalda y no <strong>de</strong>cía nada.<br />

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