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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Cuando entró, Hank O'Brian estaba sentado ante la mesa para trámites. Tenía<br />

una poblada barba negra, gran afición por la pechuga <strong>de</strong> pollo frita y una abuela<br />

shoshone que era toda una leyenda local por sus cerámicas. En ese momento, Hank<br />

bebía café con una mano y tecleaba ante el or<strong>de</strong>nador con la otra. Levantó la vista.<br />

—¿Cómo está, Reece?<br />

—Bien, gracias. ¿Cómo se encuentra su abuela?<br />

—Se ha buscado un novio. El anciano <strong>de</strong> la tribu perdió a su mujer hace un año<br />

más o menos. El tipo tiene noventa y tres años y se pasa el día aspirando por la nariz,<br />

llevándole flores y dulces. No sé cómo tomármelo.<br />

—Qué bonito —comentó Reece, pero al ver que él parecía apesadumbrado<br />

añadió—. A<strong>de</strong>más, ella le tiene a usted para cuidarla. ¿Está ocupado el sheriff? Solo<br />

quería...<br />

Se interrumpió al oír una carcajada. Mardson salió <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> su mujer.<br />

«Eso también es bonito», pensó Reece. El aspecto que tenían dos personas<br />

juntas cuando <strong>de</strong> verdad estaban juntas. Mardson sonreía y Debbie seguía riendo.<br />

Sus manos unidas se balanceaban un poco mientras caminaban.<br />

Ella era una rubia guapa y <strong>de</strong> aspecto atlético con el cabello corto y <strong>de</strong>speinado<br />

y unos ojos ver<strong>de</strong> esmeralda. Iba vestida con unos téjanos ceñidos, botas <strong>de</strong> vaquero<br />

<strong>de</strong> color avellana y una camisa roja <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una cazadora tejana <strong>de</strong>steñida. Llevaba<br />

al cuello una reluciente ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro con un colgante. Reece observó que era un sol<br />

brillante. Bonito.<br />

Debbie regentaba la tienda <strong>de</strong> ropa On the trail, contigua al hotel, colaboraba<br />

con este en la organización <strong>de</strong> excursiones y vendía licencias <strong>de</strong> caza y pesca. Era<br />

muy amiga <strong>de</strong> Brenda. Los domingos por la tar<strong>de</strong> llevaba a sus dos hijas a tomar un<br />

helado a Jeanie's,<br />

Le <strong>de</strong>dicó a Reece una simpática sonrisa.<br />

—¡Hola! Creía que hoy ibas a Jackson Hole.<br />

—Pues... sí. Más tar<strong>de</strong>.<br />

—Ayer me encontré con Linda-Gail. Tenéis planes, ¿eh? ¿Vas a cortarte el pelo?<br />

Lo tienes muy bonito, pero cuando estás ante la plancha <strong>de</strong>be <strong>de</strong> estorbarte. De todos<br />

modos, a los hombres les gustan las mujeres con el pelo largo, ¿verdad? ¡Pobre Rick!<br />

—dijo con otra carcajada—. Yo siempre lo llevo corto.<br />

—A mí me encanta —opinó él, inclinándose para besarla en la mejilla y pasarle<br />

un <strong>de</strong>do por las puntas <strong>de</strong>l cabello—. Eres mi sol.<br />

—Mira cómo me hace la pelota —dijo Debbie con una sonrisa al tiempo que le<br />

daba a Rick un codazo—. He venido para intentar convencerle <strong>de</strong> que se tomase una<br />

hora libre y viniese a pasear a caballo conmigo, pero me ha dado calabazas.<br />

—No todos po<strong>de</strong>mos hacer novillos. Cuando esta mujer se monta en un caballo,<br />

una hora se convierte en medio día. ¿Puedo hacer algo por usted, Reece? —le<br />

preguntó Rick.<br />

—Quería saber si había alguna novedad... sobre ella —dijo sacando uno <strong>de</strong> los<br />

dibujos.<br />

—Ya me gustaría. En esta zona no hay <strong>de</strong>nuncias <strong>de</strong> ninguna persona<br />

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