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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Capítulo 11<br />

Reece subió corriendo por la escalera en el siguiente <strong>de</strong>scanso. Con la llave que<br />

Mac había <strong>de</strong>jado en Joanie's, abrió el nuevo y robusto cerrojo.<br />

Oír ese simple sonido seco hizo que se sintiera mejor. Lo probó un par <strong>de</strong> veces<br />

y luego suspiró aliviada.<br />

Pero se recordó que no tenía tiempo que per<strong>de</strong>r, <strong>de</strong>bía preparar el adobo,<br />

mezclarlo con la carne, bajar enseguida y acabar su turno.<br />

Sobre la encimera encontró una nota <strong>de</strong> Mac escrita con letra clara y esmerada y<br />

sujeta por la nueva parrilla que había incluido en la lista.<br />

He guardado los comestibles en la nevera; no quería <strong>de</strong>jar fuera los productos<br />

perece<strong>de</strong>ros. Le he abierto una cuenta, así que pue<strong>de</strong> pagarme a finales <strong>de</strong> mes. Que disfrute <strong>de</strong><br />

su cena. Estoy <strong>de</strong>seando probar esas sobras.<br />

M.D.<br />

«Qué encanto», pensó, y se preguntó distraída por qué alguna mujer lista no lo<br />

había pescado todavía.<br />

Sacó lo que necesitaba <strong>de</strong>l frigorífico y la alacena, y luego abrió el armario<br />

situado bajo la encimera para coger el cuenco gran<strong>de</strong>.<br />

No estaba allí. Sus cuencos no estaban allí, en su lugar encontró sus botas <strong>de</strong><br />

excursión y su mochila.<br />

Se arrodilló <strong>de</strong>spacio.<br />

Ella no las había puesto allí. Guardaba las botas y la mochila en el pequeño<br />

ropero. Las sacó con cuidado, como si <strong>de</strong>sactivase una bomba, para examinarlas.<br />

Abrió la mochila y encontró la botella <strong>de</strong> agua, la brújula, la navaja, el polar, el<br />

protector solar. Todo en su sitio.<br />

Temblando un poco, las llevó al ropero. Y allí estaban los cuencos, colocados en<br />

el estante situado sobre las perchas.<br />

«No significa nada —se dijo—. Un momento <strong>de</strong> distracción, eso es todo.»<br />

Cualquiera podría cometer un error tan tonto. Cualquiera.<br />

Dejó las botas en el suelo y colgó la mochila en el gancho <strong>de</strong> siempre. Recordó<br />

haber hecho justo lo que acababa <strong>de</strong> hacer cuando regresó <strong>de</strong> su paseo hasta el río<br />

con Brody. Antes <strong>de</strong> tomarse la aspirina y llenar la bañera, se quitó las botas y las<br />

metió en el ropero junto con la mochila.<br />

Juraría haberlo hecho.<br />

Y los cuencos. Para empezar, ¿por qué iba a cambiarlos <strong>de</strong> sitio?<br />

Pero así era. Igual que había señalado el mapa y luego lo había borrado <strong>de</strong> su<br />

mente. «Amnesia», pensó con la frente apoyada en la puerta <strong>de</strong>l ropero. Se resistía a<br />

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