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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—rectificó cuando él la miró levantando una ceja—. Agua. Un poco <strong>de</strong> agua me<br />

vendrá muy bien. ¿Tampoco cierras con llave la puerta principal?<br />

—Aquí no tiene sentido cerrar con llave. Si alguien quisiera entrar, <strong>de</strong>rribaría la<br />

puerta <strong>de</strong> una patada o rompería una ventana.<br />

Al observar que Reece pali<strong>de</strong>cía, Brody la<strong>de</strong>ó la cabeza.<br />

—¿Qué? ¿Quieres que vaya a mirar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l armario y <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la cama?<br />

Ella se limitó a volverse para <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> la mochila.<br />

—Está claro que nunca en tu vida has pasado miedo.<br />

«La he provocado», pensó él, y prefirió el matiz <strong>de</strong> insulto e irritación <strong>de</strong> su<br />

tono a los estremecimientos y escalofríos.<br />

—Michael Myers.<br />

Reece se volvió, confusa.<br />

—¿Quién? ¿Shrek?<br />

—Diablos, Flaca, ese es Mike Myers. Michael Myers. El tipo horripilante <strong>de</strong> la<br />

máscara. ¿Conoces La noche <strong>de</strong> Halloween? La vi en ví<strong>de</strong>o cuando tenía unos diez<br />

años. Me cagué <strong>de</strong> miedo. Después <strong>de</strong> eso, Michael Myers se pasó años viviendo en<br />

mi dormitorio.<br />

Los hombros <strong>de</strong> ella se relajaron un poco cuando se quitó la chaqueta.<br />

—¿Cómo te libraste <strong>de</strong> él? ¿No siguió volviendo en las películas?<br />

—Cuando tenía dieciséis años metí a una chica a escondidas en mi habitación.<br />

Jennifer Ridgeway. Una pelirroja muy mona con un montón <strong>de</strong>... energía. Después<br />

<strong>de</strong> pasar un par <strong>de</strong> horas con ella en la oscuridad, nunca volví a acordarme <strong>de</strong><br />

Michael Myers.<br />

—¿El sexo como exorcismo?<br />

—A mí me funcionó —respondió él mientras sacaba una botella <strong>de</strong> agua <strong>de</strong>l<br />

frigorífico—. Si quieres probar, ya me lo dirás.<br />

—Lo haré.<br />

Solo los reflejos le permitieron coger la botella <strong>de</strong> agua que él le lanzó<br />

alegremente. Pero estuvo a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>jarla caer, y los hombros se le volvieron a<br />

petrificar al oír el enérgico toque en la puerta principal.<br />

—Debe <strong>de</strong> ser el sheriff. Michael Myers no llama a la puerta. ¿Quieres hacerlo<br />

aquí?<br />

Reece miró la pequeña mesa <strong>de</strong> la cocina.<br />

—Aquí está bien.<br />

—Espera un momento.<br />

Cuando él fue a abrir, Reece <strong>de</strong>stapó la botella y bebió un poco <strong>de</strong> agua muy<br />

fría. Oyó los suaves murmullos, los andares pesados <strong>de</strong> unas botas masculinas.<br />

«Tranquila —se recordó—. Tranquila, breve y clara.»<br />

Rick entró y la saludó con un gesto <strong>de</strong> la cabeza. Sus ojos eran serenos e<br />

inexpresivos.<br />

—Hola, Reece. Parece que has tenido problemas.<br />

—Sí.<br />

—Vamos a sentarnos aquí para que puedas contármelo todo.<br />

— 69 —

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