Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />
Ella se rindió por fin y se sentó.<br />
—¿Quieres quedar conmigo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mentirme y no me dices por qué?<br />
—Así es. Confía en mí solo por esta vez.<br />
El hombre se agachó y le enjugó una lágrima <strong>de</strong> la mejilla.<br />
—Te juro por mi vida, Linda-Gail, que no estaba con otra mujer.<br />
Ella se sorbió las lágrimas.<br />
—¿Atracaste un banco?<br />
El sonrió <strong>de</strong>spacio, <strong>de</strong> forma encantadora.<br />
—No, no exactamente. ¿Me quieres?<br />
—Eso parece, aunque en este preciso momento resulta muy inconveniente y<br />
molesto.<br />
—Yo también te quiero. Al final me va a gustar <strong>de</strong>cirlo.<br />
Ella le tomó el rostro entre las manos para po<strong>de</strong>r observarlo bien.<br />
—Tienes hasta el sábado por la noche. Que Dios me ayu<strong>de</strong>, Cas, pero te creo<br />
cuando dices que no estuviste con otra mujer. No veo cómo ibas a hacerme daño así,<br />
o sea que no te rías <strong>de</strong> mí.<br />
—No podría aunque quisiera —le dijo; le cogió <strong>de</strong> las muñecas y se inclinó para<br />
darle un beso—. No lo haría aunque pudiera.<br />
—Iba a preparar una pizza —anunció ella—. Me apetece la pizza cuando me<br />
siento triste y enfadada. Bueno, creo que la pizza me apetece en cualquier momento,<br />
in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> cómo me sienta. Pue<strong>de</strong>s compartir mi pizza, Cas, pero no vas<br />
a compartir mi cama. Si yo tengo que esperar hasta el sábado por la noche para saber<br />
la verdad, tú tendrás que esperar hasta entonces para hacer el amor.<br />
—Supongo que es justo. Doloroso, pero justo —dijo poniéndose en pie y<br />
tendiéndole la mano—. ¿Tienes una cerveza para acompañar la pizza?<br />
El avanzaba a través <strong>de</strong> la oscuridad, a través <strong>de</strong>l viento. Sus botas resonaban<br />
contra el polvo <strong>de</strong>l camino, ¿Podía oírles? Ella no oía nada salvo el viento y el rió,<br />
pero sabía que la seguía sin <strong>de</strong>scanso, como una sombra, cada vez más cerca. Pronto<br />
tendría el aliento <strong>de</strong> él en la nuca; pronto la mano <strong>de</strong> él se cerraría en torno a su<br />
cuello.<br />
Ella había perdido la orientación. ¿Cómo había llegado allí? Su única opción era<br />
seguir a<strong>de</strong>lante, subir y subir, y las piernas le dolían por el esfuerzo.<br />
La media luna le mostraba la curva <strong>de</strong>l sen<strong>de</strong>ro, la superficie <strong>de</strong> la roca, el brillo<br />
peligroso e hipnótico <strong>de</strong>l río más abajo. Le mostraba el camino, pero el camino no le<br />
ofrecía posibilidad <strong>de</strong> huida. Y le guiaría a él hasta ella.<br />
Se arriesgó a mirar hacia atrás y no vio nada, salvo el cielo y el cañón. El alivio<br />
llegó con un sollozo ahogado. De alguna manera, se había salvado. Si podía seguir<br />
a<strong>de</strong>lante, seguir corriendo, encontraría el camino <strong>de</strong> regreso. Volvería a estar segura.<br />
Pero cuando se volvió hacia <strong>de</strong>lante, él estaba allí. Delante <strong>de</strong> ella. Cerrándole el<br />
paso. Sin embargo, no podía verle la cara, no podía reconocerlo.<br />
—¿Quién eres? —gritó por encima <strong>de</strong>l sonido <strong>de</strong>l viento—. ¿Quién <strong>de</strong>monios<br />
eres?<br />
Cuando él se le acercó curvando y estirando los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> sus manos<br />
— 300 —