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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Luego la imagen <strong>de</strong>sapareció. Reece, paralizada, trataba <strong>de</strong> recuperar el aliento<br />

y los sentidos.<br />

Y vio que el pomo <strong>de</strong> la puerta se movía hacia la <strong>de</strong>recha, se movía hacia la<br />

izquierda.<br />

Entonces gritó y saltó hacia <strong>de</strong>lante para coger el cuchillo <strong>de</strong> cocina <strong>de</strong> la<br />

encimera. Siguió gritando y agarrando el cuchillo con ambas manos mientras<br />

retrocedía.<br />

Cuando la puerta se abrió <strong>de</strong> golpe, echó a correr.<br />

Brody estaba bajo el agua <strong>de</strong> la ducha cuando oyó que la puerta se abría y<br />

golpeaba la pared. Distraído, apartó la cortina y se quedó mirando a Reece. Tenía un<br />

cuchillo enorme en las manos y la espalda contra la puerta.<br />

—¿Qué diablos ocurre?<br />

—Está en la casa. Está en la casa. En la puerta <strong>de</strong> atrás, en la cocina.<br />

Con movimientos rápidos, Brody cerró el grifo y cogió una toalla.<br />

—Quédate aquí.<br />

—Está en la casa.<br />

Sin per<strong>de</strong>r un momento, Brody se envolvió la cintura con la toalla.<br />

—Dame el cuchillo, Reece.<br />

—Le he visto.<br />

—Vale. Dame el cuchillo.<br />

Tuvo que quitárselo <strong>de</strong> las manos.<br />

—Ponte <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí —dijo mientras se planteaba la posibilidad <strong>de</strong> pedirle que<br />

se encerrase en el baño—. Vamos al dormitorio; hay un teléfono. Cuando me asegure<br />

<strong>de</strong> que allí no hay nadie, te encerrarás <strong>de</strong>ntro y llamarás a la policía. ¿Me entien<strong>de</strong>s?<br />

—Sí. No te vayas —rogó ella, agarrándole <strong>de</strong>l brazo y mirando la puerta—.<br />

Quédate aquí conmigo. No bajes allí. No bajes.<br />

—No te pasará nada.<br />

—A ti. A ti.<br />

El sacudió la cabeza y la empujó para situarla <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> sí. Cogió el cuchillo en<br />

posición <strong>de</strong> combate y abrió la puerta <strong>de</strong> un empujón. No vio nada a la <strong>de</strong>recha, nada<br />

a la izquierda. No oyó nada más que la respiración entrecortada <strong>de</strong> Reece.<br />

—¿Te ha seguido? —quiso saber Brody.<br />

—No. No lo sé. No. Estaba allí, y yo he cogido el cuchillo y he echado a correr.<br />

—Sígueme.<br />

Brody inspeccionó el dormitorio, calculó las posibilida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>cidió cerrar la<br />

puerta y correr el pestillo. Miró bajo la cama y en el armario, los dos únicos lugares<br />

don<strong>de</strong> pensó que podía escon<strong>de</strong>rse alguien. Satisfecho, <strong>de</strong>jó el cuchillo sobre la cama,<br />

cogió sus vaqueros y se los puso.<br />

—Llama a la policía, Reece.<br />

—Por favor, no salgas. Podría llevar una pistola. Podría... Por favor, no me<br />

<strong>de</strong>jes.<br />

Brody se volvió hacia ella un momento, reprimiendo su propia necesidad <strong>de</strong><br />

moverse.<br />

— 285 —

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