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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Bajando la brocha, la muchacha se apoyó en la escalera.<br />

—Yo creo que tenían un lío y se escaparon juntos. Luego ella cambió <strong>de</strong> opinión<br />

y quiso volver con su marido y sus hijos, así que él la mató llevado por la pasión.<br />

—También suena bien. Lastró el cuerpo y lo metió a la fuerza en una vieja<br />

madriguera <strong>de</strong> castores.<br />

Oh, eso es horrible <strong>de</strong> verdad, Cas. Peor que enterrarla.<br />

—De todos modos, no creo que hiciera eso. —Cas se apoyó en la escalera.<br />

Percibía el olor <strong>de</strong> la pintura pero, a tan poca distancia, también olía algún producto<br />

que ella se aplicaba en la piel, fuera lo que fuese—. Tenía que saber dón<strong>de</strong> encontrar<br />

una vieja madriguera <strong>de</strong> castores, ¿no? Y no podían ser <strong>de</strong> por aquí. Lo mires por<br />

don<strong>de</strong> lo mires, el ya <strong>de</strong>be <strong>de</strong> estar muy lejos.<br />

—Supongo que sí. Eso no le ayuda a Reece.<br />

La muchacha volvió a pintar. Tal como él estaba situado, el bonito trasero <strong>de</strong><br />

ella le quedaba justo a la altura <strong>de</strong> los ojos. Solo tenía que inclinarse cinco centímetros<br />

para...<br />

—Me imagino que piensas pasar a verla —añadió Linda-Gail.<br />

—¿A quién? —preguntó él mientras parpa<strong>de</strong>aba <strong>de</strong>sconcertado—. Ah, te<br />

refieres a Reece. No lo sé. Lo haría si me acompañaras.<br />

—Tu madre me ha dicho que hoy no moleste a Reece. A<strong>de</strong>más, ya que he<br />

empezado con esto tengo que terminarlo.<br />

—A este paso, va a llevarte la mitad <strong>de</strong>l día.<br />

Ella le miró por encima <strong>de</strong>l hombro.<br />

—Tengo otra brocha, listo. Podrías hacer algo útil en lugar <strong>de</strong> ir por ahí<br />

presumiendo.<br />

—Es mi día libre.<br />

—También el mío.<br />

—Mierda. —No le apetecía nada pintar unos malditos postigos, pero no se le<br />

ocurría ningún otro sitio a don<strong>de</strong> ir, nada más que hacer—. Supongo que puedo<br />

echarte una mano —añadió al tiempo que cogía una brocha que aún llevaba la<br />

etiqueta con el precio en el mango—. Tal vez, si acabamos esto antes <strong>de</strong>l martes que<br />

viene, podamos ir al rancho. Podría ensillar un par <strong>de</strong> caballos. Hace un buen día<br />

para dar un paseo.<br />

Linda-Gail sonrió para sus a<strong>de</strong>ntros mientras pintaba.<br />

—Tal vez. Hace un día estupendo.<br />

— 125 —

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