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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

quedaba.<br />

Pero Brody ya volvía.<br />

—Ya la cojo yo —dijo Reece, molesta, apartándose <strong>de</strong> la cara el pelo que le<br />

revolvía el viento—. Gracias.<br />

—Yo la llevo. ¿Qué <strong>de</strong>monios hay aquí? ¿Ladrillos?<br />

—Deben <strong>de</strong> ser la sartén <strong>de</strong> hierro y los artículos <strong>de</strong> limpieza. Puedo llevarlo yo,<br />

<strong>de</strong> verdad.<br />

Él se limitó a no hacerle caso y subió los peldaños.<br />

—¿Por qué diablos has cerrado la puerta si íbamos a volver enseguida?<br />

—Por costumbre.<br />

Reece giró la llave en la cerradura, pero antes <strong>de</strong> que pudiese quitarle la caja él<br />

entró para meterla por sí mismo.<br />

—Bueno, pues gracias —dijo ella, inmóvil junto a la puerta abierta, sabiendo<br />

que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> comportarse como una maleducada estaba <strong>de</strong>jando entrar el frío—.<br />

Lamento la imposición.<br />

—No pasa nada. —Brody dio una vuelta con las manos en los bolsillos. «Un<br />

espacio pequeño y <strong>de</strong>primente», pensó «hasta que te fijas en la vista». La vista lo era<br />

todo. Y estaba limpio; <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser cosa <strong>de</strong> Joanie. Vacío o no, había quitado con<br />

frecuencia el polvo y las telarañas—. No le iría nada mal una mano <strong>de</strong> pintura —<br />

comentó.<br />

—Supongo que sí.<br />

—Y un poco <strong>de</strong> calefacción. Aquí se te congelarán esos huesos <strong>de</strong> pajarito que<br />

tienes.<br />

—No tiene sentido encen<strong>de</strong>r la calefacción hasta que me trasla<strong>de</strong> mañana. No<br />

quiero entretenerte.<br />

El se volvió y le apuntó con aquellos ojos.<br />

—No te preocupa entretenerme, solamente quieres que me vaya.<br />

—Vale. Adiós.<br />

Por primera vez, le <strong>de</strong>dicó una sonrisa franca y sincera.<br />

—Eres más interesante cuando estás <strong>de</strong> malas. ¿Cuál es el plato <strong>de</strong> esta noche?<br />

—Pollo frito con guarnición <strong>de</strong> patatas en salsa ver<strong>de</strong>, guisantes y zanahorias.<br />

—Suena bien —dijo antes <strong>de</strong> dirigirse hacia la puerta y <strong>de</strong>tenerse justo <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> ella. Habría jurado que casi podía oír cómo se le tensaba el cuerpo—. Ya nos<br />

veremos.<br />

La puerta se cerró sin ruido tras él, y la cerradura sonó antes <strong>de</strong> que hubiese<br />

bajado el primer peldaño. Ro<strong>de</strong>ó el edificio y, para satisfacer su curiosidad, miró<br />

hacia arriba, a la fachada.<br />

La muchacha estaba junto a la ventana <strong>de</strong>l centro, mirando hacia el lago. «Flaca<br />

como el tronco <strong>de</strong> un sauce —pensó él—, con el pelo revuelto por el viento y ojos<br />

profundos y reservados. » Se le ocurrió que parecía más un retrato en un marco que<br />

alguien <strong>de</strong> carne y hueso. Se preguntó dón<strong>de</strong> habría <strong>de</strong>jado el resto <strong>de</strong> sí misma. Y<br />

por qué.<br />

El <strong>de</strong>shielo primaveral significaba fango. Los caminos y sen<strong>de</strong>ros quedaron<br />

— 47 —

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