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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

contemplaban el espectáculo y bebían cerveza directamente <strong>de</strong> la botella.<br />

Había muchas mesas, todas ellas pequeñas, con una o dos sillas, la mayoría <strong>de</strong><br />

cara al escenario. Solo algunas estaban ocupadas.<br />

Reece <strong>de</strong>cidió que lo más a<strong>de</strong>cuado era sentarse ante la barra y no dijo nada<br />

mientras Brody pedía unas jarras <strong>de</strong> Coors.<br />

El camarero llevaba un bigote <strong>de</strong> color pardo que le colgaba a ambos lados <strong>de</strong> la<br />

barbilla. Tenía la cabeza tan calva como un melón.<br />

Brody se inclinó hacia la barra para coger su cerveza.<br />

—¿Has visto a Deena últimamente? —le preguntó al camarero. El hombre<br />

limpió la espuma <strong>de</strong>rramada con un trapo.<br />

—No.<br />

—¿Se marchó?<br />

—Supongo. Dejó <strong>de</strong> aparecer por aquí.<br />

—¿Cuándo?<br />

—Hace un tiempo. ¿Por qué te importa?<br />

—Es mi hermana. —Reece exhibió una amplia sonrisa—. Bueno, hermanastra.<br />

Somos hijas <strong>de</strong> la misma madre, pero <strong>de</strong> distintos padres. Vamos <strong>de</strong> camino a Las<br />

Vegas y pensé que podíamos pasar uno o dos días con Deena.<br />

Miró un momento a Brody y observó que se había limitado a levantar la ceja en<br />

una expresión <strong>de</strong> sorprendida diversión.<br />

—Hemos ido a su casa —continuó Reece—, y nos han dicho que se mudó el<br />

mes pasado, pero trabajaba aquí. Hace un tiempo que no sabemos nada <strong>de</strong> ella. Solo<br />

queríamos saludarla.<br />

—No puedo ayudaros.<br />

—Vaya... —Reece cogió la cerveza frunciendo el ceño—. No es que nos<br />

llevemos muy bien. Solo he pensado que, ya que estábamos tan cerca, podíamos<br />

verla. Tal vez alguien sepa adon<strong>de</strong> se fue.<br />

—No me lo dijo. Me quedé sin una bailarina.<br />

—Típico. —Reece se encogió <strong>de</strong> hombros y <strong>de</strong>jó su cerveza en la barra sin<br />

haberla probado. No era la clase <strong>de</strong> sitio don<strong>de</strong> se preocuparan por las inspecciones<br />

<strong>de</strong> sanidad—. Me parece que hemos perdido el tiempo —le dijo a Brody—. Pue<strong>de</strong><br />

que se largase con aquel tipo con el que dijo que salía.<br />

Resoplando, la camarera <strong>de</strong>jó sobre la barra una ban<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> vasos, botellas y<br />

ceniceros.<br />

—No lo creo.<br />

—¿Cómo?<br />

—Tuvieron una bronca muy gorda. Ella se cabreó mucho. ¿Te acuerdas, Coon?<br />

El camarero se limitó a encogerse <strong>de</strong> hombros.<br />

—La verdad, se pasaba cabreada la mitad <strong>de</strong>l tiempo.<br />

—Creo que eso también es típico <strong>de</strong> ella. Reece puso los ojos en blanco—. Pero<br />

Deena dio a enten<strong>de</strong>r que con este iba en serio. ¿Cómo <strong>de</strong>monios se llamaba?<br />

—Nunca me lo dijo —contestó la camarera—. Le llamaba Trucha. Era el pez que<br />

había pescado, ¿lo captas?<br />

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