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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Capítulo 19<br />

Joanie no le hizo preguntas ni consintió que nadie se las hiciese a no ser que<br />

guardaran relación con la comida.<br />

Cuando la clientela <strong>de</strong>l almuerzo disminuyó, se <strong>de</strong>dicó a mirar cómo Reece<br />

picaba cebolla y apio. La muchacha tenía con el cuchillo la misma velocidad y<br />

precisión que un jockey con su caballo, pero su mente estaba en otra parte.<br />

—Tu turno ha terminado —dijo Joanie.<br />

—He <strong>de</strong> recuperar el tiempo que me he tomado antes, y a<strong>de</strong>más andamos<br />

escasos <strong>de</strong> ensalada <strong>de</strong> patatas.<br />

—Te has tomado diez minutos y ya los has trabajado.<br />

Reece sacudió la cabeza sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> picar.<br />

—Me he pasado más <strong>de</strong> media hora con el sheriff.<br />

Joanie sintiéndose insultada, se puso en jarras.<br />

—¿He dicho algo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scontarte eso? Dios santo.<br />

—Te <strong>de</strong>bo media hora. —Reece echó la cebolla y el apio sobre las patatas<br />

hervidas, cortadas en dados y enfriadas—. Esto estaría mejor con eneldo fresco.<br />

—Sí, claro, y yo estaría mejor con George Clooney y Harrison Ford en un trío,<br />

pero ninguna <strong>de</strong> nosotras va a conseguir su <strong>de</strong>seo. No oigo que se quejen los clientes,<br />

y he dicho que tu turno se ha acabado. No pago horas extra.<br />

—No quiero tus puñeteras horas extra. Quiero eneldo fresco y mi poco <strong>de</strong> puto<br />

curry... y queso que no parezca plástico. Y si los clientes no se quejan, es porque sus<br />

papilas gustativas están atrofiadas.<br />

—Siendo así —dijo Joanie mientras Pete se escabullía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el frega<strong>de</strong>ro hasta<br />

la puerta trasera—, no les importa una mierda el eneldo fresco.<br />

—Pues <strong>de</strong>bería. —Reece golpeó la encimera con el frasco <strong>de</strong>l aliño—. Debería<br />

importarte. ¿Por qué hay que arreglárselas y ya está? Estoy cansada <strong>de</strong> arreglármelas<br />

y ya está.<br />

—Entonces sal <strong>de</strong> mi cocina.<br />

—Vale. —Reece se arrancó el <strong>de</strong>lantal—. Vale. Me largo.<br />

Impulsada por una cólera justa, entró en el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> Joanie, agarró su bolso<br />

y se dirigió a la puerta. Se <strong>de</strong>tuvo junto a una mesa en la que tres excursionistas<br />

acababan <strong>de</strong> comer y fingían no escuchar.<br />

—Comino —dijo señalando un cuenco <strong>de</strong> salsa—. Necesita comino.<br />

Y salió dando un portazo.<br />

—Comino, y una mierda —murmuró Joanie—. Pete, vuelve al trabajo. No te<br />

pago para que vayas por ahí poniendo cara <strong>de</strong> pena.<br />

—Podría ir tras ella.<br />

— 212 —

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