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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—¿Cuántas manos tienes?<br />

—Las suficientes para hacer lo que hay que hacer. Deberías mirarme. Mírame,<br />

Reece. Así. ¿Te acuerdas <strong>de</strong> la primera vez que te vi?<br />

—En el... en el restaurante. En Joanie's.<br />

La luz <strong>de</strong> la luna oscurecía los ojos <strong>de</strong> Brody, como si el ver<strong>de</strong> hubiese sido<br />

engullido por la noche.<br />

—Sí —confirmó él mientras le <strong>de</strong>sabrochaba la camisa, antes <strong>de</strong> bajar la cabeza<br />

para cerrar los dientes sobre su mandíbula hasta que la muchacha se echó a<br />

temblar—. La primera vez que te vi, se me alteró la sangre por un momento.<br />

¿Entien<strong>de</strong>s lo que te digo?<br />

—Sí, sí. Brody, solo que...<br />

—Unas veces actúas siguiendo ese impulso —dijo mientras bajaba<br />

mordisqueándole el cuello—; otras veces no, pero sabes cuándo lo sientes.<br />

—Si estuviese oscuro... Sería mejor si estuviese oscuro.<br />

El cogió la mano que ella había alzado para cubrirse la cicatriz <strong>de</strong>l pecho y se la<br />

apartó.<br />

—Alguna vez probaremos esa teoría. Tienes una piel muy sexy, Flaca.<br />

Sus manos ascendieron hasta los hombros y le quitaron la camisa mientras se<br />

<strong>de</strong>slizaban por sus brazos.<br />

—Caliente y suave... Me apetece lamerla. No, no hagas eso —pidió enrollando<br />

el cabello <strong>de</strong> ella en su mano para evitar que bajase la cabeza—. Sigue mirándome.<br />

«Ojos <strong>de</strong> gato», pensó ella. Estaba tan cerca <strong>de</strong> ellos que parecían haber<br />

recuperado el color, una mezcla <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> y ámbar. Había tanta atención en ellos... No<br />

se sentía segura mirándolos, nada segura. Pero el miedo resultaba emocionante.<br />

Entonces los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> la mano que él tenía libre le <strong>de</strong>sabrocharon el sujetador,<br />

y Reece abrió mucho los ojos.<br />

Mientras una risa nerviosa le apuntaba en la garganta, él volvió a <strong>de</strong>vorarla,<br />

boca a boca y cuerpo a cuerpo. Todo en Brody era duro, fuerte y un poquito áspero.<br />

Todo en Brody era exactamente lo que ella quería.<br />

Las manos recorrían su piel, <strong>de</strong>scubriendo secretos que había olvidado que<br />

tenía; los dientes la rozaban, causando <strong>de</strong>liciosas y finas líneas <strong>de</strong> calor. Notó que le<br />

<strong>de</strong>sabrochaba el cinturón antes <strong>de</strong> que sus manos se <strong>de</strong>slizasen bajo la tela tejana<br />

para acariciar su piel.<br />

La respuesta <strong>de</strong> ella fue oscilante. Tímida e in<strong>de</strong>cisa, ávida y ardiente. Pero en la<br />

montaña rusa que recorría, le arrastraba a él consigo, con la subida ja<strong>de</strong>ante, la caída<br />

<strong>de</strong> vértigo y todas las peligrosas curvas intermedias.<br />

Reece era esbelta y bien formada, con una piel lisa y suave, seductora en su<br />

fragilidad. La muchacha trató <strong>de</strong> <strong>de</strong>sabrocharle la camisa. Cada vez que él la<br />

acariciaba, fuera don<strong>de</strong> fuese, se quedaba sin respiración.<br />

Brody la saboreó, probó y atacó con violencia mientras su propio control estaba<br />

a punto <strong>de</strong> quebrarse.<br />

Los brazos <strong>de</strong> Reece le estrecharon con fuerza cuando él la levantó <strong>de</strong>l suelo y<br />

casi la arrojó sobre la cama. Su grito <strong>de</strong> excitado asombro quedó ahogado contra la<br />

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