Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />
—Entonces, vamos a hacer suposiciones. Pudiera ser que vieses cómo<br />
asesinaban a una mujer, un acto que nadie más presenció. Lo <strong>de</strong>nunciaste y corrió el<br />
rumor. Pudiera ser que el asesino oyese ese rumor... o, como pensamos el otro día, te<br />
viese. Cubrió sus huellas, claro, pero el riesgo <strong>de</strong> que lo <strong>de</strong>scubrieran seguía<br />
existiendo.<br />
—Porque hubo un testigo —susurró Reece.<br />
—Sí, pero el único testigo tiene un historial <strong>de</strong> problemas psicológicos<br />
originados por un caso <strong>de</strong> violencia. El asesino pue<strong>de</strong> aprovechar eso. De todos<br />
modos, no todo el mundo cree a la testigo. Es nueva en el pueblo, un poco inestable...<br />
Pero, como se muestra persistente, ¿por qué no empujarla un poco más hacia la<br />
inestabilidad?<br />
—Sí, pero ¿por qué no pegarme un tiro en la cabeza y acabar con el problema?<br />
—Si hay otro crimen, la gente empezará a tomarte en serio.<br />
—A título póstumo.<br />
—Des<strong>de</strong> luego.<br />
«Aún conserva algo <strong>de</strong> su temple <strong>de</strong> acero —pensó—. Pue<strong>de</strong> que tenga un par<br />
<strong>de</strong> abolladuras, pero aguantará.»<br />
—Pero si le da un sutil empujoncito, lo más probable es que o tenga una crisis y<br />
eche a correr <strong>de</strong>snuda por la calle, o salga huyendo y pase su crisis en otro sitio. En<br />
cualquier caso, es probable que nadie le dé crédito como testigo <strong>de</strong> un asesinato.<br />
—Pero eso es...<br />
—¿Una locura? No, no lo es. Es propio <strong>de</strong> alguien muy inteligente y sereno.<br />
—Entonces, en lugar <strong>de</strong> creer que soy un completo <strong>de</strong>sastre emocional y<br />
mental, quieres que crea que un asesino me sigue los pasos, entra en mi apartamento<br />
y trata <strong>de</strong> hacerme luz <strong>de</strong> gas.<br />
Él tomó otro trago <strong>de</strong> cerveza.<br />
—Es una teoría.<br />
Al asimilar las palabras <strong>de</strong> Brody, a Reece se le secó la garganta.<br />
—La primera opción es más fácil. Al fin y al cabo, se trata <strong>de</strong> haber estado ahí y<br />
haber hecho eso.<br />
—Claro que sí, pero tú no eres <strong>de</strong> las que toman el camino más fácil.<br />
—Es raro que le digas eso a alguien que lleva casi un año huyendo <strong>de</strong> todo,<br />
incluso <strong>de</strong> sí misma.<br />
—Si es así como lo ves, tal vez estés un poco tocada.<br />
Brody se incorporó y luego alargó una mano para ayudarla a levantarse. Tras<br />
vacilar un momento, ella la tomó y se enfrentó a él.<br />
—¿Cómo lo ves tú?<br />
—Veo a una mujer que sobrevivió. Todos sus amigos, a los que consi<strong>de</strong>raba su<br />
familia, fueron asesinados, uno <strong>de</strong> ellos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus propios ojos. Le dispararon y<br />
la <strong>de</strong>jaron por muerta. Quedó atrapada en la oscuridad, sangrando. Todo lo que ella<br />
conocía y quería le fue arrebatado sin ton ni son, así que perdió la seguridad y estuvo<br />
a punto <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r lo que algunos llamarían la «cordura». Está aquí dos años <strong>de</strong>spués<br />
porque, paso a paso, a su propio ritmo, ha luchado por volver. Creo que es una <strong>de</strong> las<br />
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