Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />
que viste pueda representar tu miedo? No viste con claridad la cara <strong>de</strong>l hombre que<br />
te disparó. O el trauma que experimentaste borró esa cara <strong>de</strong> tu memoria.<br />
—Creo que no lo vi —dijo ella en tono sereno—. Fue un instante. La puerta se<br />
abrió <strong>de</strong> golpe y yo empecé a volverme. Vi la pistola... y luego... bueno, la utilizó.<br />
—Entiendo —contestó el médico apoyando la mano sobre la suya con suavidad,<br />
brevemente—. Por lo que entiendo, no llegaste a ver a los otros hombres que mataron<br />
a tus amigos...<br />
—No, a ninguno <strong>de</strong> ellos.<br />
«Solo les oí —pensó—. Solo les oí reír.»<br />
—¿Has pensado en la posibilidad <strong>de</strong> que la figura que viste anoche en la<br />
ventana, el hombre que viste junto al río, sea una manifestación <strong>de</strong>l miedo e<br />
impotencia que experimentaste durante y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l ataque?<br />
Reece sintió un retorcijón y comprendió que era producto <strong>de</strong> la <strong>de</strong>cepción.<br />
Simple <strong>de</strong>cepción al ver que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo no le creía.<br />
—Ha estado leyendo libros <strong>de</strong> psiquiatría —dijo.<br />
—Lo reconozco. Darle a tu miedo masa y forma no te convierte en una loca,<br />
Reece. Podría ser una manera <strong>de</strong> sacarlo a la superficie para po<strong>de</strong>r verlo,<br />
experimentarlo y resolverlo.<br />
—Ya me gustaría, pero sé que una mujer murió a manos <strong>de</strong> ese hombre. Sé que<br />
me acecha y que está haciendo todo lo posible para <strong>de</strong>strozarme los nervios y minar<br />
mi credibilidad. No es paranoia si te persiguen <strong>de</strong> verdad —dijo con una leve<br />
sonrisa.<br />
El doctor suspiró. Reece continuó.<br />
—Sé cómo es la paranoia, el sabor que se nota en la garganta. No estoy<br />
paranoica. No estoy manifestando mi miedo, lo estoy viviendo.<br />
—Hay otra posibilidad. Escúchame. La primera vez que viste a ese hombre,<br />
cuando presenciaste el crimen, acababas <strong>de</strong> encontrarte con Brody en el sen<strong>de</strong>ro. Los<br />
<strong>de</strong>más inci<strong>de</strong>ntes tuvieron lugar a medida que se <strong>de</strong>sarrollaba tu relación con Brody.<br />
Cuanto más seria es, más serios o personales son los inci<strong>de</strong>ntes. ¿Es posible que tu<br />
sentimiento <strong>de</strong> culpabilidad por haber sobrevivido esté poniendo trabas a tu<br />
felicidad?<br />
—¿Y esté volviéndome loca para sabotear mi relación con Brody? No. Maldita<br />
sea, he estado loca. Sé cómo es, y esto no es lo mismo.<br />
—De acuerdo, <strong>de</strong> acuerdo —dijo el médico dándole palmaditas en la mano—.<br />
Si, ¿cómo era?, si eliminamos lo probable, lo que queda, por improbable que sea,<br />
tiene que ser la verdad. Vamos a sacar un poco <strong>de</strong> sangre, a ver cómo estás.<br />
Reece volvió a Joanie's para la segunda mitad <strong>de</strong> un turno partido. Mac<br />
Drubber y Carl comían carne <strong>de</strong> cerdo a la parrilla. Mientras masticaba y tragaba,<br />
Mac levantó una mano para llamarla.<br />
—He recibido parmesano fresco. El <strong>de</strong> esa clase que viene en un bloque.<br />
—¿Ah, sí?<br />
—He pensado que tal vez lo quiera. Sale un poco caro.<br />
—Después iré a buscarlo. Gracias, señor Drubber. —Siguiendo un impulso, se<br />
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