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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

Pero cuando Brody aparcó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Ángel Food y ella miró por la ventanilla,<br />

sintió que su temple menguaba y sus dientes estaban a punto <strong>de</strong> castañetear. De<br />

todos modos bajó <strong>de</strong>l coche, y habría cogido su mochila si él no la hubiese sacado<br />

antes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su asiento.<br />

Se quedo en la acera, dudando entre el orgullo y el pánico.<br />

—¿Algún problema?<br />

—No. Sí. Maldita sea. Oye, ya que has venido hasta aquí, ¿podrías subir<br />

conmigo un momento?<br />

—¿Para asegurarnos <strong>de</strong> que no te está esperando Michael Myers?<br />

—Algo parecido. Eres libre <strong>de</strong> retirar el cumplido, si lo era, sobre mi temple.<br />

El se echó la mochila al hombro y se encaminó hacia el otro lado <strong>de</strong>l edificio.<br />

Una vez que Reece introdujo la llave en la cerradura, Brody empujó la puerta para<br />

entrar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ella.<br />

Reece se corrigió. Aquel hombre no era tan insensible. No había sonreído con<br />

<strong>de</strong>sprecio ni había hablado <strong>de</strong> más; solo había entrado el primero.<br />

—¿Qué <strong>de</strong>monios haces aquí?<br />

—¿Disculpa?<br />

—No hay tele —señaló—, ni ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> música.<br />

—La verdad, acabo <strong>de</strong> mudarme. No paso mucho tiempo aquí.<br />

Brody se puso a curiosear y ella no le <strong>de</strong>tuvo. No había gran cosa que ver.<br />

El diván bien arreglado, el sofá, los taburetes <strong>de</strong> la barra. Olía a mujer. Sin<br />

embargo, no vio ninguno <strong>de</strong> los signos hogareños que uno espera ver en la casa <strong>de</strong><br />

una mujer. Nada <strong>de</strong> cosas bonitas e inútiles, nada <strong>de</strong> recuerdos <strong>de</strong>l hogar o <strong>de</strong> sus<br />

viajes.<br />

—Bonito portátil —dijo dándole un golpecito con el <strong>de</strong>do.<br />

—Has dicho que tenías hambre.<br />

Brody levantó la vista <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>nador y le sorprendió que la habitación casi vacía<br />

la hiciese parecer tan sola.<br />

—¿Sí?<br />

—Antes. Si tienes hambre, puedo preparar algo para comer. Po<strong>de</strong>mos<br />

consi<strong>de</strong>rarlo un pago por lo <strong>de</strong> hoy, y quedamos en paz.<br />

Lo dijo con tono alegre, pero Brody tenía habilidad para interpretar a las<br />

personas, y aquella no estaba preparada para quedarse sola. De todos modos, tenía<br />

hambre, y sabía <strong>de</strong> primera mano lo bien que cocinaba Reece.<br />

—¿Qué clase <strong>de</strong> comida?<br />

Ella se pasó una mano por el cabello y miró hacia la cocina. Era evi<strong>de</strong>nte que<br />

estaba haciendo un inventario mental <strong>de</strong> sus existencias.<br />

—Podría preparar rápidamente un poco <strong>de</strong> pollo con arroz. ¿Veinte minutos?<br />

—Perfecto. ¿Tienes cerveza?<br />

Reece se volvió hacia la cocina.<br />

—No, lo siento. En la nevera tengo un vino blanco muy bueno.<br />

—Perfecto. ¿Tienes frío?<br />

—¿Frío?<br />

— 73 —

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