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Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel

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NORA ROBERTS ÁNGELES CAÍDOS<br />

—¿Dón<strong>de</strong> <strong>de</strong>jas el bolso y la chaqueta cuando estás trabajando?<br />

—En el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> Joanie. Tiene una copia <strong>de</strong> las llaves en un armario <strong>de</strong> la<br />

pared. A este paso llegaremos a la conclusión <strong>de</strong> que confundí a Joanie con un<br />

hombre, mató a su amante lesbiana y se cuela en mi apartamento para<br />

atormentarme.<br />

—Cualquiera podría colarse en el <strong>de</strong>spacho, hacer un mol<strong>de</strong> <strong>de</strong> la llave y<br />

encargar una copia.<br />

La taza tembló en la mano <strong>de</strong> Reece antes <strong>de</strong> que la apoyase.<br />

—¿Crees que es alguien <strong>de</strong>l pueblo?<br />

—Es posible, pero también podría ser alguien que se alojaba en la zona cuando<br />

eso ocurrió y que <strong>de</strong>cidió quedarse cuando se supo que viste algo.<br />

—Pero nadie ha reconocido a la mujer.<br />

—No he dicho que ella fuese <strong>de</strong> aquí, ni <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores.<br />

Reece se recostó en su asiento.<br />

—No, no lo has dicho. Supongo que he dado por supuesto que si ella no era <strong>de</strong><br />

por aquí, él tampoco.<br />

—Pue<strong>de</strong> que sí y pue<strong>de</strong> que no. Podría ser alguien <strong>de</strong>l pueblo o que venga con<br />

cierta frecuencia. O alguien que estuviera acampado en la zona para cazar o hacer<br />

piragüismo. Alguien que sabe cubrir sus huellas, lo que en mi opinión elimina a los<br />

urbanitas. ¿Quién sabía que hoy pasarías fuera casi todo el día?<br />

—¿Quién no lo sabía?<br />

—Sí, claro, así son las cosas. Deberíamos analizar la secuencia <strong>de</strong> los<br />

acontecimientos —consi<strong>de</strong>ró él—. Has dicho que llevas un diario.<br />

—Así es.<br />

—Le echaré un vistazo.<br />

—Por encima <strong>de</strong> mi cadáver.<br />

Él empezó a fruncir el ceño pero acabo sonriendo.<br />

—¿Salgo yo?<br />

—Claro que no. ¿A quién se le ocurre que una mujer escriba en su diario sobre<br />

un hombre que la atrae y sobre las proezas sexuales <strong>de</strong> los dos? Eso es ridículo.<br />

—Tal vez podría leer solo lo <strong>de</strong> las proezas sexuales, para asegurarme <strong>de</strong> que<br />

no has olvidado ningún <strong>de</strong>talle.<br />

—No me olvido. Le daré un repaso y apuntaré las fechas y las horas, si las<br />

anoté, en que ocurrieron las cosas.<br />

—Bien, pero esta noche no; estás hecha polvo. Vete a la cama.<br />

—Podría tumbarme aquí durante unos minutos.<br />

—Entonces tendría que subirte cuando te durmieras. Me voy al estudio a<br />

trabajar un poco.<br />

—¡Oh! —exclamó ella mirando la puerta principal—. Muy bien, quizá...<br />

—Antes comprobaré que todo está cerrado. Sube a la cama, Flaca.<br />

Era una tontería fingir que no estaba agotada, así que se puso en pie.<br />

—Mañana me toca el turno <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sayuno. Intentaré no <strong>de</strong>spertarte cuando me<br />

levante.<br />

— 199 —

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