Grimberg, Carl - El alba de la civilizacion - bibliotecas morelos
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<strong>El</strong> ibis era el pájaro consagrado al dios Tot. Tutmés, se dijo Champollion, con<br />
infalible certeza.<br />
Seguro entonces <strong>de</strong> su empresa y rebosando alegría, recogió sus notas, corrió a<br />
casa <strong>de</strong> su hermano —profesor <strong>de</strong> <strong>la</strong> universidad <strong>de</strong> Grenoble— y arrojó el paquete <strong>de</strong><br />
manuscritos sobre <strong>la</strong> mesa, exc<strong>la</strong>mando: "¡Ahí está!" Y cayó en redondo al suelo, presa<br />
<strong>de</strong> una crisis nerviosa, más que justificada <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> quince años <strong>de</strong> penoso y agotador<br />
trabajo intelectual.<br />
<strong>El</strong> gran investigador permaneció cinco días en una especie <strong>de</strong> letargo. Es <strong>de</strong><br />
imaginar con qué angustia el hermano, su fiel protector <strong>de</strong> siempre, siguió el curso <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
crisis y con qué alegría le vio abrir los ojos y recobrar el conocimiento. En lo sucesivo,<br />
Champollion pudo continuar sus investigaciones con <strong>la</strong> ayuda <strong>de</strong> amigos leales y realizó<br />
viajes <strong>de</strong> estudio a los museos <strong>de</strong> Turín, Roma, Nápoles y <strong>de</strong>más ciuda<strong>de</strong>s italianas<br />
don<strong>de</strong> había restos antiguos <strong>de</strong> Egipto. Más tar<strong>de</strong> fue nombrado director <strong>de</strong> <strong>la</strong> sección<br />
<strong>de</strong> Egiptología <strong>de</strong>l Louvre, y en 1828 pudo, al fin, realizar un viaje al país <strong>de</strong> los<br />
faraones por cuenta <strong>de</strong>l mismo museo. Conseguía lo que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su juventud había<br />
soñado: pisar aquel suelo tan rico en recuerdos. Para viajar por Egipto sin<br />
contratiempos, en aquel<strong>la</strong> época era conveniente adoptar en lo posible <strong>la</strong>s costumbres <strong>de</strong><br />
los indígenas. Champollion se <strong>de</strong>jó crecer <strong>la</strong> barba y vivió tan a <strong>la</strong> usanza <strong>de</strong> los<br />
egipcios, que llegó a parecer un auténtico musulmán. Radiante <strong>de</strong> felicidad, realizó<br />
<strong>la</strong>rgos viajes en barco por el Nilo, contempló los altos alminares, los obeliscos y <strong>la</strong>s<br />
pirámi<strong>de</strong>s, y gozó con el espectáculo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s palmeras, tamarindos, sicomoros y <strong>de</strong> los<br />
campesinos trabajando con iguales instrumentos que sus antepasados, como se podía<br />
ver en los más antiguos bajorrelieves. <strong>El</strong> especial chirrido <strong>de</strong> los primitivos mecanismos<br />
<strong>de</strong> irrigación, accionados por una rueda movida por bueyes, le causó una impresión<br />
imborrable. Parecía como si el luminoso cielo <strong>de</strong> Egipto y Nubia estuviera invadido por<br />
estos "incesantes y me<strong>la</strong>ncólicos <strong>la</strong>mentos". A veces, el viajero creía estar reviviendo <strong>la</strong>s<br />
escenas <strong>de</strong>scritas en el Antiguo Testamento: pastores conduciendo sus rebaños, mujeres<br />
con cántaros en <strong>la</strong> cabeza, resp<strong>la</strong>ndor <strong>de</strong> fuego en <strong>la</strong>s cabañas <strong>de</strong> adobe junto a <strong>la</strong>s<br />
oril<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l río...<br />
Pero todas <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l viejo país, cuna <strong>de</strong> <strong>civilizacion</strong>es, no eran nada en<br />
comparación con el entusiasmo que sentía el erudito ante cualquier inscripción. Sólo se<br />
podía igua<strong>la</strong>r con <strong>la</strong> alegría que sintió al penetrar sus misterios por primera vez.<br />
Consumió parte <strong>de</strong> su vida en <strong>la</strong>s <strong>la</strong>rgas estancias que hacía junto a <strong>la</strong>s tumbas <strong>de</strong> los<br />
reyes egipcios. En aquel<strong>la</strong> atmósfera malsana y carente <strong>de</strong> aire, sacar copia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />
extensas inscripciones requería un gran esfuerzo, ya que el trabajo tenía que hacerse con<br />
escasa luz y frecuentemente en posturas incómodas; y combinar e interpretar todos los<br />
<strong>de</strong>scubrimientos era agotador.<br />
Champollion soportó mal el viaje <strong>de</strong> regreso y el paso sin transición <strong>de</strong>l clima<br />
cálido <strong>de</strong> Egipto al crudo invierno <strong>de</strong> su patria; a poco <strong>de</strong> pisar Francia, en <strong>la</strong> Navidad<br />
<strong>de</strong> 1829, sintió el brusco cambio <strong>de</strong> temperatura y se vio aquejado por un grave ataque<br />
<strong>de</strong> reumatismo.<br />
Algún tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su regreso a París, el valor científico <strong>de</strong> su obra fue<br />
reconocido oficialmente con <strong>la</strong> creación <strong>de</strong> una cátedra <strong>de</strong> Egiptología.<br />
Hacia fines <strong>de</strong> 1831, Champollion sufrió un ataque <strong>de</strong> apoplejía y contrajo una<br />
parálisis parcial. La pluma se le caía <strong>de</strong> <strong>la</strong>s manos, pero tuvo aún bastantes arrestos para<br />
terminar el manuscrito <strong>de</strong> su gramática y <strong>de</strong> su diccionario egipcios y or<strong>de</strong>nar <strong>la</strong><br />
fabulosa documentación recogida en Egipto. En <strong>la</strong> primavera <strong>de</strong> 1832, Jean-François<br />
Champollion fallecía a <strong>la</strong> edad <strong>de</strong> cuarenta y un años.<br />
http://www.scribd.com/Insurgencia<br />
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