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Grimberg, Carl - El alba de la civilizacion - bibliotecas morelos

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y casas particu<strong>la</strong>res que fueron exhumados en nuestros días, datan, en gran parte, <strong>de</strong><br />

aquel<strong>la</strong> época.<br />

Ciro ocupa <strong>la</strong> ciudad <strong>de</strong> Nabucodonosor<br />

En sus inscripciones, Nabucodonosor se a<strong>la</strong>ba muy especialmente <strong>de</strong> haber<br />

convertido a su soberbia capital en inexpugnable mediante fortificaciones. "<strong>El</strong> que<br />

venga con ma<strong>la</strong>s intenciones", no podrá penetrar aquí.<br />

Cuando el rey dictaba tan orgullosas pa<strong>la</strong>bras, no podía prever que el único<br />

sucesor suyo que tuvo necesidad <strong>de</strong> estas fortificaciones no hizo ningún esfuerzo para<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse y <strong>de</strong>jó caer a su capital inexpugnable, sin oposición, en manos <strong>de</strong> un<br />

soberano extranjero. Sin un golpe <strong>de</strong> espada, Babilonia abrió sus puertas al conquistador<br />

persa Ciro, a quien, una vez sentado en el trono, todos los príncipes vasallos <strong>de</strong>l reino<br />

babilónico se apresuraron a besarle los pies y rendirle tributo.<br />

Heródoto adorna con leyendas el re<strong>la</strong>to <strong>de</strong> <strong>la</strong> caída <strong>de</strong> Babilonia. Según él, los<br />

babilonios estaban tan seguros <strong>de</strong> <strong>la</strong> inexpugnabilidad <strong>de</strong> su ciudad y confiaban tanto en<br />

<strong>la</strong> enorme cantidad <strong>de</strong> provisiones que habían almacenado, que a <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong>l enemigo<br />

a sus puertas estaban celebrando gran<strong>de</strong>s fiestas. Pero Ciro <strong>de</strong>svió <strong>la</strong>s aguas <strong>de</strong>l foso <strong>de</strong><br />

circunva<strong>la</strong>ción, para que sus huestes pudiesen va<strong>de</strong>ar el lecho, y mientras los babilonios<br />

estaban todavía entregados a <strong>la</strong> danza y disfrutaban <strong>de</strong> <strong>la</strong>s fiestas, los persas se hicieron,<br />

dueños <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad. La tradición judía también afirma que <strong>la</strong> caída <strong>de</strong> Babilonia<br />

sobrevino en el transcurso <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s festejos.<br />

En cambio, el re<strong>la</strong>to que Ciro hace <strong>de</strong> <strong>la</strong> conquista <strong>de</strong> Babilonia menciona una<br />

fiesta religiosa en Babel, pero ac<strong>la</strong>rando que aquél<strong>la</strong> tuvo efecto antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong><br />

los persas.<br />

Sin embargo, toda estratagema bélica era superflua, pues los babilonios recibieron<br />

a Ciro con los brazos abiertos y el conquistador, magnánimo, ahorró a Babilonia el triste<br />

<strong>de</strong>stino <strong>de</strong> Nínive. Durante varios siglos, <strong>la</strong> ciudad siguió siendo <strong>la</strong> capital <strong>de</strong>l Oriente,<br />

célebre por su afición al lujo y sus costumbres licenciosas. Después, poco a poco, otras<br />

ciuda<strong>de</strong>s alcanzaron una prosperidad igual y Babilonia fue abandonada y cayó en<br />

<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia. Se cumplían <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong>l profeta Isaías: "Aul<strong>la</strong>rán los chacales en los<br />

pa<strong>la</strong>cios y los lobos en <strong>la</strong>s casas <strong>de</strong> recreo". Y así fue, exactamente.<br />

Documentación neobabilónica<br />

Entre los documentos neobabilónicos, ocupa lugar importante <strong>la</strong> colección <strong>de</strong><br />

cartas. En el<strong>la</strong>s po<strong>de</strong>mos leer cómo los padres que estaban <strong>de</strong> viaje saludaban a su<br />

familia; cómo pedían que cada uno supiera comportarse en casa; cómo escribían a<br />

amigos y a conocidos, y daban consejos sobre los asuntos domésticos. Un padre <strong>de</strong><br />

familia cuenta a su esposa que gracias a los dioses se hal<strong>la</strong> bien y que ha escrito a un<br />

comerciante para que envíe cierta cantidad <strong>de</strong> trigo a casa. Termina su carta con esta<br />

exhortación: "¡No seas negligente, sino cuidadosa en los trabajos domésticos! ¡Ruega a<br />

los dioses para que me ayu<strong>de</strong>n y envíame pronto noticias por medio <strong>de</strong> alguien que<br />

viaje!" Es, sin duda, una carta mo<strong>de</strong>lo en su género y sin una so<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra superflua.<br />

Otra carta expresa impaciencia. Un hombre re<strong>la</strong>ta a su mujer <strong>la</strong>s dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />

viaje, pero a pesar <strong>de</strong> todos los inconvenientes, se encuentra bien; le extraña, sin<br />

embargo, que su mujer no le haya escrito todavía. "¿Por qué —escribe— no tengo<br />

noticias tuyas y no he recibido ninguna respuesta a todas <strong>la</strong>s cartas que te he mandado?<br />

http://www.scribd.com/Insurgencia<br />

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