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Grimberg, Carl - El alba de la civilizacion - bibliotecas morelos

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<strong>El</strong> problema <strong>de</strong> los sacrificios humanos<br />

<strong>El</strong> problema más importante que p<strong>la</strong>ntean estas tumbas es el <strong>de</strong> los sacrificios<br />

humanos. Abargi había recibido el sacrificio <strong>de</strong> más <strong>de</strong> sesenta hombres, y Subad, <strong>de</strong><br />

unos cincuenta.<br />

"No se conoce ningún documento —observa Woolley— que haga alusión a estos<br />

sacrificios humanos. Los arqueólogos no han encontrado ninguna otra huel<strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

costumbre parecida ni ninguna supervivencia en época más tardía. Si estos sacrificios se<br />

quisieran explicar por <strong>la</strong> divinización <strong>de</strong> los primeros reyes, se ha <strong>de</strong> hacer constar, por<br />

otra parte, que en este período histórico ni <strong>la</strong>s mayores divinida<strong>de</strong>s exigían tal ofrenda."<br />

Parece ser que <strong>la</strong>s víctimas no eran esc<strong>la</strong>vos, sino cortesanos distinguidos que seguían a<br />

su rey o a su mina a <strong>la</strong> tumba, pues en <strong>la</strong>s <strong>de</strong> sus súbditos no se encuentran sacrificios.<br />

Es probable que <strong>la</strong> explicación sea ésta: los reyes eran consi<strong>de</strong>rados como dioses que, a<br />

su muerte, pasaban sencil<strong>la</strong>mente <strong>de</strong>l mundo terrenal al mundo <strong>de</strong> los otros dioses;<br />

po<strong>de</strong>rles seguir era, pues, un privilegio. Como en otras religiones, el ser sacrificado a<br />

los dioses era una suerte envidiable.<br />

La posición <strong>de</strong> los sacrificados prueba que morían con cierto p<strong>la</strong>cer. Los a<strong>de</strong>rezos<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s mujeres están incólumes, y ello <strong>de</strong>muestra que <strong>la</strong>s víctimas no resistieron a <strong>la</strong><br />

muerte ni conocieron <strong>la</strong> agonía <strong>de</strong> ser enterrados vivos. Woolley cree que entraban en<br />

procesión en <strong>la</strong> tumba, se acostaban en <strong>la</strong> actitud prescrita y tomaban algún veneno <strong>de</strong><br />

efecto muy rápido, quizás opio o hashish; luego, dirigidos por el maestro <strong>de</strong> ceremonias,<br />

sus <strong>de</strong>udos u otras personas, daban una última mano a los menores <strong>de</strong>talles, para <strong>de</strong>jarlo<br />

todo en or<strong>de</strong>n. Los coches, el equipaje y <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> soldados y damas <strong>de</strong> <strong>la</strong> corte indican<br />

que pensaban que los reyes partían para un <strong>la</strong>rgo viaje, a cuyo término establecían<br />

su nueva morada. Pero no todos los investigadores piensan, como Woolley, que <strong>la</strong>s<br />

tumbas por él <strong>de</strong>scubiertas son tumbas reales. Algunos opinan, más bien, que Abargi —<br />

cuyo nombre no figura en <strong>la</strong>s listas dinásticas— y Subad no eran <strong>de</strong> sangre real, sino<br />

dos personas que <strong>de</strong>sempeñaron el papel <strong>de</strong> dioses en una fiesta <strong>de</strong> <strong>la</strong> fecundidad<br />

celebrada en el zigurat.<br />

Una teogonía naturalista<br />

Los sumerios veían el origen <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s cosas en dos principios (o fuerzas)<br />

opuestos: Apsu, principio masculino, origen <strong>de</strong>l bien, y Tiamat, principio femenino,<br />

origen <strong>de</strong>l mal. Apsu era el padre <strong>de</strong>l mar y <strong>de</strong> los p<strong>la</strong>netas, mientras que Tiamat era <strong>la</strong><br />

madre <strong>de</strong>l barro y <strong>de</strong> los monstruos. Los dos estaban representados por el agua; en<br />

efecto, para los sumerios, el mar, los ríos —y los canales formaban <strong>la</strong> primera condición<br />

para <strong>la</strong> vida.<br />

De <strong>la</strong> unión <strong>de</strong> ambos principios nacían los dioses. Primero, el dios <strong>de</strong>l cielo y <strong>la</strong><br />

diosa <strong>de</strong> <strong>la</strong> Tierra, que tuvieron tres hijos: Anu, el más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> los dioses propiamente<br />

dichos, que reinaba en el cielo; Ea, que reinaba en el mar, y Enlil, que reinaba en <strong>la</strong><br />

Tierra. Ea creó al hombre <strong>de</strong>l barro, pero como Enlil era el dios <strong>de</strong> <strong>la</strong> Tierra, Sumer y<br />

toda <strong>la</strong> humanidad estaban colocados bajo su po<strong>de</strong>r.<br />

Las tres divinida<strong>de</strong>s habían creado también el Sol, <strong>la</strong> Luna y <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s; los<br />

distintos dioses estaban asociados a los cuerpos celestes, i<strong>de</strong>a que fue adoptada por<br />

<strong>civilizacion</strong>es posteriores. <strong>El</strong> p<strong>la</strong>neta que recibió más tar<strong>de</strong> el nombre <strong>de</strong> Venus (o<br />

Afrodita), <strong>la</strong> diosa <strong>de</strong>l Amor entre los romanos (o entre los griegos), estaba ya asociado<br />

http://www.scribd.com/Insurgencia<br />

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