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1984-bilingue

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George Orwell 1 9 8 4<br />

delitos concebibles en la sociedad de Oceanía (y, suponemos, de las otras dos potencias): el<br />

crimental, o crimen mental. El delito de pensamiento opuesto al doblepensar y las directivas del<br />

Partido (o Ingsoc, Socialismo Inglés). Un ciudadano puede tener una conducta irreprochable, ser un<br />

miembro modélico del Partido, cantar todas sus consignas y dominar la neolengua; pero, si en su<br />

fuero interno no está convencido de la verdad del Ingsoc y esquiva con pericia la tupida red de<br />

delaciones en que se sustenta la sociedad oceánica (desde la Policía del Pensamiento hasta tus<br />

propios hijos), tarde o temprano se delatará a sí mismo mediante el crimental. Un hecho, un indicio,<br />

un pensamiento a destiempo, un lapsus linguae o incluso una frase murmurada entre sueños<br />

bastarán para acabar con esa persona. Y ese "acabar con esa persona" funciona tanto en el sentido<br />

individual (será vaporizado) como en el colectivo (al ser una nopersona, nunca habrá existido; nada<br />

demostrará que ha existido; nadie lo recordará).<br />

Syme, uno de los compañeros de charla de café de Winston, encargado de confeccionar la<br />

undécima y casi definitiva edición del Diccionario de neolengua, explica su funcionamiento:<br />

"¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el<br />

radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento.<br />

En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola<br />

palabra, una palabra cuyo significado está decidido rigurosamente y con todos sus significados<br />

secundarios eliminados y olvidados para siempre? (...) ¿Cómo vas a tener un eslogan como el de "la<br />

libertad es la esclavitud" cuando el concepto de libertad no exista?"<br />

El miedo a cometer crimental es la primera señal de que se está cometiendo un crimental. Y<br />

Winston ya ha alcanzado esa fase desde el momento en que comienza a escribir un diario. Lo hace a<br />

pluma, a hurtadillas, sorteando las telepantallas instaladas en su dormitorio que detectan su<br />

comportamiento huraño y le impelen a practicar su gimnasia. No existe intimidad. Cualquier acto<br />

solitario es antisocial, contrario a los principios del Ingsoc y conlleva la semilla del crimental. Ante<br />

semejante panorama, a Winston, como a cualquier otro habitante de este Londres espectral sacudido<br />

por los bombardeos enemigos, no le queda más remedio que adoptar las formas externas que<br />

determinan el buen comportamiento de un miembro del Partido, consciente de que ya ha<br />

comenzado la cuenta atrás para su captura.<br />

La primera manifestación de sumisión al partido es el acatamiento de sus tres grandes eslóganes:<br />

La guerra es la paz.<br />

La libertad es la esclavitud.<br />

La ignorancia es la fuerza.<br />

Estas tres consignas constituyen el resumen del pensamiento del Ingsoc, son todo lo que un buen<br />

miembro del Partido necesita saber para ser un ciudadano de comportamiento correcto. La única<br />

manera de alcanzar la paz es mantenerse en estado de guerra contra las otras dos potencias, pues<br />

tarde o temprano Oceanía habrá de triunfar. La sumisión al Partido es la única manera de mantener<br />

un prurito de libertad; en caso contrario, mueres, dejas de existir. El falseamiento de la realidad es la<br />

base del sistema: creer las mentiras impuestas nos hará fuertes para mantenernos dentro del juego<br />

propuesto por el Partido; cuanto más ignorantes seamos, menos riesgo de descubrir incoherencias,<br />

menos posibilidades de caer en el crimental.<br />

El segundo acto que entraña sumisión al partido es la abstinencia sexual. Winston odia con todas<br />

sus fuerzas a dos mujeres: su esposa Katharine y Julia. Ambas son el prototipo de mujer entregada<br />

al partido. Su esposa no quiso darle descendencia, al considerar la maternidad un acto de sumisión<br />

al Partido: está condicionada para considerar el sexo por placer como una abominación, su frigidez<br />

es su fuerza. Julia encarna a la mujer militante en la Liga Juvenil Anti—Sex, que paradójicamente<br />

trabaja en el Departamento de Novela del Ministerio de la Verdad; es decir, se encarga de escribir<br />

novelas pornográficas que luego son distribuidas clandestinamente entre los proles, para hacerles<br />

creer que consumen un producto prohibido. Su cinturón de castidad es el recordatorio de que el<br />

sexo es intrínsecamente abominable. Prohibido el amor, ¿qué otra alternativa tienen los habitantes<br />

de Oceanía (y, suponemos, de las otras dos potencias)? El odio.<br />

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