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Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_

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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />

Señor (60:4–16). Luego la exaltada ciudad de Jerusalén estaría en paz para siempre y la presencia <strong>del</strong><br />

Señor de eterna luz haría obsoleta la necesidad de sol o l<strong>una</strong>.<br />

Mientras el «día de venganza» (63:4–6) y «año de redención» trajo juicio sobre las naciones<br />

cuando Dios pisoteó las naciones en su lagar como proclamaron Abdías y Joel, se realizaría el<br />

propósito irrevocable de Dios para <strong>una</strong> ciudad de Jerusalén reconstruida y habitada por el «pueblo<br />

santo» de Dios (62). Aunque los vestidos <strong>del</strong> héroe se salpicaron con la sangre <strong>del</strong> lagar (63:1–6; cf.<br />

Is 34; Jl 3:9–16; y más tarde Zac 14; Ez 38–39), sería vindicado al cierre de esta era y el principio de<br />

la venidera.<br />

Parte de ese mundo renovado (porque así debe entenderse la palabra «nuevo»), donde mora la<br />

justicia, incluía nuevos cielos y nueva tierra. Una vez más el cuadro paradisíaco de Isaías de paz en<br />

la naturaleza viene al frente (cf. Is 11 y 65:17–25; 66:10–23). La muerte se aboliría (cf. Is 25:8), y<br />

empezaría el gobierno y reino eterno <strong>del</strong> nuevo y último rey davidico. Solo el juicio de eterno<br />

tormento sobre los impíos y finalmente impenitentes interrumpe este cuadro porque estaban en<br />

perpetua agonía y para siempre separados de Dios.<br />

Así termina Isaías su excelente teología breve. Su dependencia en teología anterior era evidente<br />

en casi cada vuelta. Al relacionar el «siervo» a la primera enseñanza sobre la «simiente» (Is 41:8;<br />

43:5; 44:3; 45:19, 25; 48:19; 53:10; 54:3; 59:21; 61:9; 65:9, 23; 66:22) y al pacto ya dado (Is 42:6;<br />

49:8; 54:10; 55:3; 56:4, 6; 59:21; 61:8), para no mencionar a «Abraham» (41:8; 51:2; 63:16) o<br />

«Jacob» (41:21; 44:5; 49:26; 60:16) o «David» y el «eterno pacto» (55:3; 61:8), Isaías<br />

cuidadosamente sistematizó en gran medida el plan total, persona y obra de Dios en el corto espacio<br />

de veintisiete capítulos. No nos sorprende que su teología haya impactado de manera tan profunda a<br />

hombres a través de los siglos.<br />

Capítulo 13<br />

Renovación de la promesa: Siglo séptimo<br />

El siglo séptimo marcó uno de los más críticos períodos en toda la historia de la nación de Israel,<br />

para entonces se tambaleaba en el umbral de la destrucción nacional y de la cautividad babilónica<br />

profetizada por largo tiempo. Ya la nación de las diez tribus <strong>del</strong> norte, hermana de Judá, había<br />

encontrado el desastre en el siglo previo, después de negarse a arrepentirse de su pecado a pesar <strong>del</strong><br />

grupo de profetas que por gracia se les enviaron y le advirtieron <strong>del</strong> inminente peligro.<br />

Especialmente terrible fue la introducción en el reino <strong>del</strong> norte de la idolátrica adoración <strong>del</strong> becerro<br />

con las formas de apostasía que la acompañaban. Por último, en 722 a.C., Samaría cayó ante los<br />

invasores asirios (2 R 17), el final vino de repente y de nuevo la tierra estuvo tranquila.<br />

Sin embargo, Judá no fue más sabia con la lección. También se lanzó de cabeza al desastre,<br />

cortejando el juicio de Dios en cada vuelta y pocas veces en breves respiros volviendo a la justicia y<br />

bondad para con Dios o el hombre.<br />

Una vez más Dios envió profetas, en esta oportunidad para advertir a Judá. Su mensaje era el<br />

inminente juicio divino. Nahúm advirtió <strong>del</strong> juicio de Dios sobre Nínive debido a la impiedad de esa<br />

ciudad y a su cruel destrucción de Samaría en 722 a.C., que excedió el método y extensión <strong>del</strong> juicio<br />

divinamente autorizado sobre Samaria. Sofonías reintrodujo el mensaje de Joel y de Abdías. Sin<br />

embargo, creía que el día <strong>del</strong> Señor era de juicio mundial y un día en el que se castigaría a Judá. El<br />

mensaje de Habacuc llevaba la reprensión de Dios por los pecados de Judá y por los arrogantes<br />

excesos de Babilonia al administrar esa reprensión. Aun así, el mayor de todos estos voceros de Dios<br />

fue Jeremías. Ningún profeta agonizó más con el anuncio de las amargas palabras <strong>del</strong> inminente<br />

juicio que este hombre. No obstante, a él también se le dio <strong>una</strong> palabra muy sorprendente sobre otro<br />

día futuro cuando Dios satisfaría su antigua promesa hecha a los padres y a David. Las palabras de<br />

los profetas eran tan notables como los tiempos. En lugar de concluir que la antigua promesa falló y<br />

el eterno plan de Dios terminó prematuramente, proyectan su continuidad hacia el futuro.<br />

Reconsideración de la misión a los gentiles: Nahúm<br />

http://es.scribd.com/Benami_77

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