Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_
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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />
Las promesas ancestrales se cumplieron en la última colonización de la tierra bajo Josué. Esto, a<br />
su vez, llegó a ser <strong>una</strong> señal o prenda de que el otorgamiento de la tierra completa vendría en el<br />
futuro aunque las ocupaciones anteriores se reconocieran simultáneamente como «exposiciones,<br />
confirmaciones y expansiones de la promesa». 7 Por ello, incluso la conquista de Josué no agotó la<br />
promesa de esta tierra como el lugar escogido por Yahvé para su pueblo. Porque así como la promesa<br />
de un hijo se amplió para incluir en esa relación filial a todos los descendientes de los patriarcas,<br />
también hubo aquí un «excedente de población» así como en la promesa de la tierra.<br />
Un patrimonio<br />
El tercer elemento consagratorio en la promesa fue que Abraham, y en lo sucesivo cada hijo de la<br />
promesa, iba a ser la fuente de bendición; en verdad, serían la piedra de toque de bendición para<br />
todos los demás pueblos. Debían bendecir a todas las naciones de la tierra porque cada uno era el<br />
mediador de vida para las naciones (de Abraham: Gn 12:3; 18:18; 22:17–18; de Isaac: Gn 26:3–4; y<br />
de Jacob: Gn 28:13–14).<br />
Más tarde el apóstol Pablo señalaría esta frase y declararía que este era el mismo «evangelio» que<br />
predicaba. Dicho sencillamente, las buenas nuevas eran que «por medio de ti [la simiente prometida]<br />
serán bendecidas todas las naciones» (Gá 3:8). Así que el embrión de las buenas nuevas de Dios<br />
podía reducirse a la palabra de vital importancia: «bendición». Aquel que iba a recibir bendición,<br />
ahora bendeciría en proporciones universales. En contraste con las naciones que buscaban «hacerse<br />
un nombre» para sí mismas, Dios le dio un nombre a Abraham a fin de que pudiera ser el medio de<br />
bendición para todas las naciones.<br />
Sin embargo, se puede preguntar: ¿cómo iban a recibir las naciones esta bendición de la que<br />
Abraham o alguno de sus descendientes serían mediadores? El método debía ser el mismo que fue<br />
para Abraham. Por fe: «Abram creyó al SEÑOR, y el Señor lo reconoció a él como justo» (Gn 15:6).<br />
La traducción literal de Génesis 15:6 es simplemente que creyó a Yahvé (he’ e m n ba YHWH).<br />
Esto, por supuesto, era más que un vago asentimiento intelectual hacia <strong>una</strong> deidad suprema en<br />
general. El objeto de esta fe se encuentra en el contenido de toda la promesa. Como tal, el orgullo de<br />
lugar se le dio a la parte de la promesa más antigua y central: la persona <strong>del</strong> hombre de la promesa<br />
simbolizado por ese descendiente varón que habría de venir de la simiente (3:15). En verdad, la<br />
primera vez que Dios se encuentra con Abraham, el asunto de la progenie no estuvo incluido<br />
específicamente, sino inferido (12:1–3) por la primera cláusula que prometía hacer de Abraham <strong>una</strong><br />
gran nación. De modo que su confianza estaba en el Señor, sobre todo en el Señor que prometió.<br />
Una vez más le repetiré el resumen de von Orelli acerca de esta relación entre Abraham y la fe de<br />
las naciones.<br />
Como el mismo Abraham, en virtud de su relación especial con Dios, fue el mediador de la bendición para los<br />
que lo rodeaban, se muestra en Gn 20:7; que su pueblo <strong>del</strong> mismo modo iba a llevar la bendición divina, la<br />
dispensación de la gracia de Dios al mundo entero se ve en Is 19:24; Zac 8:13. En el presente pasaje se explica<br />
el contenido de esta breve expresión en [Gn 12:3], de acuerdo con la cual la relación de Dios con los hombres<br />
depende de su actitud con Abraham (cf. 20:7), y el Señor tratará bien a los que le deseen bien y le rindan<br />
homenaje a la gracia divina revelada en él; y, por otra parte, hará sentir su indignación contra quien desprecie<br />
y desdeñe a aquel a quien Dios bendijo. El número singular aquí es significativo. Solamente pueden ser<br />
simples pecadores empedernidos los que sin comprender a quien es manantial de bendición para todos los que<br />
lo rodean, lo condenan y odian, y en él a su Dios. El mundo en su totalidad, no detendrá el homenaje y por<br />
ello disfrutará el beneficio de esta bendición. Lo último está implicado en las palabras finales [de 12:3] que<br />
coronan la promesa … Aun así, los exégetas no están de acuerdo en si el acto subjetivo de homenaje o el<br />
7<br />
Jürgen Moltmann, Theology of Hope [Teología de la esperanza], Harper & Row, Nueva York, NY, 1965, p.<br />
105.<br />
http://es.scribd.com/Benami_77