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Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_

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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />

Aunque querían echar el cimiento <strong>del</strong> más importante símbolo de la presencia de Dios, su<br />

santuario, el desánimo se apoderó de ellos y todo el proyecto se paralizó por completo durante<br />

dieciséis largos años (Esd 4:24). Todo andaba mal: no tenían ni los medios ni la inclinación y<br />

finalmente hasta faltó la disposición de construir el templo. Cada intento encaraba <strong>una</strong> oposición<br />

constante tanto dentro como fuera <strong>del</strong> pequeño grupo (Esd 3:12–13; 4:1–22). Así se hubiera quedado<br />

si Dios en su bondad no hubiera mandado a los profetas Hageo y Zacarías (Esd 5:1).<br />

El anillo de sello de Dios: Hageo<br />

El problema teológico de este tiempo era: ¿Dónde hallar la actividad y presencia de Dios? Sin duda,<br />

no descansaba en el estado político destrozado ni en el templo destruido. Así que las circunstancias<br />

de la vida obligaron a los hombres a ampliar su forma de pensar sobre las promesas internas de Dios<br />

mientras que las fort<strong>una</strong>s externas parecían hundirse.<br />

Sin embargo, los dieciséis años de indiferencia con la construcción de la casa de Dios probó ser<br />

costoso, no solo en cuanto al desarrollo espiritual de Israel, sino también en cuanto a sus recientes<br />

reveses materiales.<br />

En el año 520 a.C., Hageo encaró el débil pretexto <strong>del</strong> pueblo de que no era el momento<br />

adecuado (un modo de culpar a Dios por no prosperarlos adecuadamente como para edificar el<br />

templo) al pedirles que se aplicara la misma lógica a sus moradas lujosas (1:2–4).<br />

El hecho de la «ruina» (ḥārēḇ) <strong>del</strong> templo llegó a molestar tanto a Yahvé que envió <strong>una</strong> sequía<br />

sobre sus campos (v. 11). Una vez más, donde no hicieron caso al precepto de Dios, se usó la<br />

penalidad de él para llamar la atención <strong>del</strong> pueblo. Así que el pequeño grupo de exiliados que<br />

regresó, sembraba más y cosechaba menos, comía y bebía más y lo disfrutaba menos, se abrigaba<br />

más, pero se sentía menos abrigado y ganaba más, pero podía comprar menos (v. 6). Esto era lo que<br />

debían reflexionar con mucho cuidado (1:5, 7; cf. 2:15, 18). No se debía tomar cada revés en<br />

particular como evidencia de la disciplina de Dios contra la nación. Aun así, cuando estas<br />

calamidades comenzaron a llegar en serie y la severidad se incrementó de tal modo que se afectó el<br />

prestigio y bienestar de toda la nación, el país debía saber que provenía de la mano de Dios y los<br />

hombres debían volver a él. Este principio se anunció por primera vez en Levítico 26:3–33 y luego<br />

por medio de la mayoría de los profetas, especialmente en Amós 4:6–12.<br />

Para asombro de todos, el pueblo respondió y «obedeció» a la palabra <strong>del</strong> Señor y la voz de<br />

Hageo, el profeta (1:12). Dios añadió su antiguo nombre y promesa en relación con las palabras: «Yo<br />

estoy con ustedes» (1:13; 2:4), a medida que su Espíritu inquietó a los líderes y al pueblo para<br />

trabajar en la casa <strong>del</strong> Señor (1:14).<br />

La prueba de que Dios moraba aún en Israel, según la antigua promesa dada en relación al<br />

tabernáculo (Éx 29:45–46) y la fórmula tripartita, era evidente que morara su Espíritu entre ellos<br />

(2:5). Además, los pequeños comienzos <strong>del</strong> segundo templo se vincularon de forma con las fort<strong>una</strong>s,<br />

glorias y honras que se recibirían en los futuros templos de Dios y que describen Ezequiel y otros.<br />

De manera inequívoca Hageo preguntó en 2:3: «¿Queda alguien entre ustedes que haya visto esta<br />

casa [el segundo templo] en su antiguo esplendor [el templo de Salomón]? Entonces con audacia<br />

proclamó: «¡Haré temblar a todas las naciones! Sus riquezas 1 llegarán aquí, así llenaré de esplendor<br />

esta casa —dice el Señor Todopoderoso.» Los tres templos eran uno y tenian la misma parte en el<br />

esplendor <strong>del</strong> reconocimiento universal dado al templo de Yahvé en ese día final. Incluso, las<br />

naciones echarán sus riquezas en esa casa en reconocimiento de la soberanía de Yahvé, como lo<br />

1<br />

La palabra «el Deseado [tesoro] de todas las gentes» (RVR 1909 ḥemdāṯ kol hag y m, 2:7) está claramente<br />

en plural y por lo tanto no es <strong>una</strong> referencia al Mesías. Sin embargo, Herbert Wolf: «The Desire of All Nation<br />

in Haggai 2:7: Messianic or Not?» [El deseo de todas las naciones en Hageo 2:7: ¿Mesiánico o no?] Journal of<br />

the Evangelical Theological Society 19, 1976, pp. 97–102, señaló otros pasajes <strong>del</strong> AT donde el verbo plural y<br />

el sujeto se refieren con claridad a un individuo; así que la referencia pudiera ser mesiánica.<br />

http://es.scribd.com/Benami_77

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