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Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_

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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />

Dios puso esa palabra en su corazón y ella quemaba como un fuego en sus huesos hasta que la<br />

comunicaba. La mayoría de las llamadas confesiones (11:18–23; 12:1–6; 15:10–20; 17:14–18;<br />

18:18–23; 20:7–11) fueron conflictos como este. En su comunión personal con Dios, desnudó las<br />

profundidades de su agonía <strong>del</strong> alma al exclamar: «iViolencia! iViolencia!» (20:8). El pueblo, en<br />

respuesta, se burló de él. Jeremías presentó su caso <strong>del</strong>ante <strong>del</strong> Señor y buscó la vindicación de Dios.<br />

Las profecías de Jeremías pueden dividirse en tres partes, sin incluir un capítulo preliminar y un<br />

capítulo de <strong>una</strong> conclusión histórica: (1) sus primeros mensajes a Judá (2–24); (2) sus profecías de<br />

juicio y consuelo (25–45); y (3) sus mensajes a las naciones (46–51). Cada <strong>una</strong> tenía su propia<br />

aportación distintiva a la teología <strong>del</strong> <strong>Antiguo</strong> <strong>Testament</strong>o.<br />

La vanidad de la religión externa<br />

En su celebrado mensaje a la entrada de la casa <strong>del</strong> Señor (Jer 7–10; cf. 26), Jeremías demostró<br />

su estilo y la esencia de su llamado a profetizar en Judá. Mientras el pueblo se dirigía a la casa de<br />

Dios, Jeremías anunció tres principales proposiciones. (1) La asistencia a la casa de Dios no sustituía<br />

el verdadero arrepentimiento (7:4ss.). (2) La observancia de actos religiosos no sustituía la<br />

obediencia al Señor (7:21ss.). (3) La posesión de la Palabra de Dios no sustituía la obediencia a lo<br />

que esa palabra decía (8:8ss.).<br />

El pueblo fue a poner <strong>una</strong> confianza impía en la forma externa de la ley ceremonial y la<br />

teocracia. Sentía que no lo alcanzaría ninguno de los amenazadores juicios de Dios mientras<br />

repitieran el lema: «¡Éste es el templo <strong>del</strong> SEÑOR, el templo <strong>del</strong> SEÑOR, el templo <strong>del</strong> SEÑOR!» (7:4).<br />

¡Judá pensó que Dios no podría ni atacaría su propio santuario, su lugar de habitación! Entretanto,<br />

Judá continuaba robando, asesinando, cometiendo adulterio, jurando en falso, quemando incienso a<br />

Baal y caminando detrás de otros dioses para luego ir con descaro a pararse ante la presencia de Dios<br />

y decir: «―Estamos a salvo‖, para luego seguir cometiendo todas esta abominaciones» (v. 10).<br />

Por el contrario, Jeremías clamó que Judá vería las consecuencias. No era que Dios buscara en sí<br />

los sacrificios como <strong>una</strong> obediencia que precediera al sacrificio. No habló «por amor de» (‘al d e ḇar)<br />

las ofrendas quemadas, sino por lo mismo que Moisés destacó en Deuteronomio: «Condúzcanse<br />

conforme a todo lo que yo les ordené, a fin de que les vaya bien» (Jer 7:22–23).<br />

Asimismo, esa palabra debería haber hecho que Judá se ruborizara, pero ella lo convirtió en un<br />

ungüento para sanar superficialmente la herida <strong>del</strong> pueblo. Hubo un abierto rechazo de esa palabra.<br />

Sin embargo, todas estas farsas no llevarían a Judá a ning<strong>una</strong> parte. El vacío de tal religión sin<br />

compromiso, sin corazón, llevaría directo al día de la ira de Dios contra Judá y por último en contra<br />

de las naciones.<br />

Jerusalén el trono de Yahvé<br />

En <strong>una</strong> predicción sumamente asombrosa, Jeremías hace el siguiente anuncio en 3:16–17:<br />

«En aquellos días, cuando ustedes se hayan multiplicado y sean numerosos en el país, ya no se dirá más:<br />

―Arca <strong>del</strong> pacto <strong>del</strong> Señor.‖ Nadie pensará más en ella ni la recordará; nadie la echará de menos ni volverá a<br />

fabricarla —afirma el Señor—.<br />

»En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: ―Trono <strong>del</strong> Señor.‖ Todas las naciones se reunirán en Jerusalén<br />

para honrar el nombre <strong>del</strong> Señor, y ya no volverá a obedecer ciegamente a su malvado corazón.»<br />

Las antiguas bendiciones de Génesis 1:28 se siguieron recordando al acercarse la promesa de<br />

Dios a <strong>una</strong> conclusión en aquel día final. Es asombroso, pero ese objeto central en la adoración de<br />

Israel dejaría de ser importante en cuanto le viniera a la mente de alguien, pues ya la presencia de<br />

Dios no necesitaría de un símbolo ya que él mismo sería bien visible.<br />

Hablando así, Jeremías claramente pasaba sentencia sobre las instituciones ceremoniales de la<br />

legislación mosaica que cayeron en el desuso propio <strong>del</strong> sistema. Estas se mo<strong>del</strong>aron usando la real<br />

que existía aparte de estas copias temporales. Sin cesar Moisés advertía que el tabernáculo debía<br />

construirse siguiendo un «patrón» (Éx 25:9, 40; 26:30; 27:8) o «plan» que le mostraron en el monte.<br />

A esa idea, Jeremías añade que un día no se necesitaría más. En lugar de Dios estar simbólicamente<br />

entronizado entre los querubines, lo entronizarían en Jerusalén. Esta palabra no podría superarse<br />

como <strong>una</strong> declaración de intimidad, libre acceso a Dios y autorrevelación de Dios.<br />

http://es.scribd.com/Benami_77

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