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Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_

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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />

este pasaje y la fecha de su tardío postexilio. Por el contrario, esta esperanza ardía con más fuerza a<br />

medida que la dispersión de Israel fue cada vez más irremediable.<br />

El Pastor herido<br />

Israel tuvo gobernantes (pastores) malvados que se aprovecharon de su rebaño, pero al Buen<br />

Pastor al principio lo aceptaron y luego lo vendieron por treinta piezas de plata (Zac 11:7–14). A<br />

medida que los gobernaba, en el pasado usó dos varas con el nombre «gracia» y «unión» (no‘am,<br />

ḥoḇl m); pero cuando estas dos varas se quebraron, también se quebró el poder que este reino<br />

hermano tenía en el nombre de Dios. Los representantes davídicos despidieron al Señor <strong>del</strong> país.<br />

Entonces, como un premio o como su estimado al valor de los servicios, pusieron la suma que se<br />

paga por un esclavo (Éx 21:32): ¡treinta piezas de plata! De este modo el Pastor se convirtió en el<br />

Pastor-Mártir (Zac 13:7–9) de las ovejas que rechazaron su liderazgo.<br />

Sin embargo, en otra sección (Zac 12:10–13:1), el pueblo haría lamentación por Aquel que<br />

traspasaron, <strong>del</strong> mismo modo que se lamenta la pérdida de su único hijo. En realidad, el pastor no<br />

merecía este sufrimiento, pero lo sufrió a favor <strong>del</strong> pueblo.<br />

Aun así, el Espíritu se derramaría sobre el pueblo, el Espíritu divino de gracia y súplica, por<br />

misericordia y el llanto de penitencia y tristeza genuina de corazón por rechazar el Mesías. Como<br />

Ezequiel profetizó que el Espíritu de Dios daría conocimiento <strong>del</strong> Yahvé y <strong>del</strong> Salvador, así el<br />

mismo Espíritu pondría convicción y arrepentimiento en los corazones de Israel.<br />

El día final de la victoria<br />

A Yahvé le quedaba <strong>una</strong> batalla decisiva por emprender. En aquel día, reuniría las naciones de la<br />

tierra mientras se trata de tomar medidas decisivas y concluyen tes en cuanto al «problema judío»<br />

(Zac 14:1–2). Sin embargo, este será el mismo día que eligió el Señor de las huestes para salir y<br />

pelear contra estas naciones (v. 3). Con <strong>una</strong> gran convulsión en la naturaleza, el Dios de gloria<br />

descenderá en las nubes (Dn 7:13) con sus santos (Zac 14:5) y plantará sus pies sobre el Monte de<br />

los Olivos (vv. 4–5). Entonces la historia y el primer aspecto <strong>del</strong> gran plan de la promesa salvadora<br />

de Dios estará envuelto en el triunfo más decisivo jamás visto. Él tendrá la victoria sobre todos los<br />

hombres, las naciones y la naturaleza (vv. 9ss.). La consagración al Señor será el aspecto dominante<br />

en la adoración al rey, «la simiente» prometida (vv. 14ss.). Durante el curso <strong>del</strong> segundo mensaje de<br />

«carga», Zacarías proclamó diecisiete veces: «En aquel día»; veintidós veces señaló hacia<br />

«Jerusalén» y trece veces a las naciones. Con solo estas estadísticas se puede identificar bien el<br />

tiempo, los temas y los participantes que se recalcan en estos capítulos: la hora más brillante de la<br />

tierra cuando vuelve su Creador, Redentor y ahora Rey para completar lo que prometió comenzar<br />

desde hacía tanto tiempo.<br />

El mensajero <strong>del</strong> pacto: Malaquías<br />

Un profeta más, ahora en el siglo cinco, contestó las mofas incrédulas y blasfemias de un pueblo<br />

sumergido en sus miserias. Quejándose, dijo: «¿Dónde está el Dios de la justicia?» (Mal 2:17).<br />

La repuesta de Malaquías fue simple: «Pronto vendrá a su templo el Señor a quien ustedes<br />

buscan» (3:1). Sin embargo, antes que llegue, Yahvé mandará un precursor que prepare el camino<br />

<strong>del</strong>ante de él (v. 1), igual que Isaías profetizó (40:1ss.) porque era necesario preparar moralmente a la<br />

humanidad para tal acontecimiento. No obstante, cuando el mensajero <strong>del</strong> pacto (mal’aḵ habb e r t,<br />

3:1) llegue a su templo, será nada menos que el Mesías prometido porque el día de su llegada<br />

también era el día <strong>del</strong> Señor que los profetas mencionaron tan a menudo (v. 2).<br />

«El Señor» (hā’āḏn, nótese el artículo y la forma singular) vendrá a «su templo» y, por lo tanto,<br />

fue Yahvé (cf. Is 1:24; 3:1; 10:16, 33). Este «mensajero (o ángel) <strong>del</strong> pacto» fue el mediador por el<br />

cual el mismo Señor habitará en su templo. Esta nueva residencia en el templo se realizó en parte con<br />

la presencia de la gracia de Dios en el templo que se construyó en reacción a la predicación de Hageo<br />

y Zacarías, y así terminó la ausencia autoimpuesta de la gloria de Dios que se menciona en Ezequiel<br />

11:23.<br />

http://es.scribd.com/Benami_77

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