Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_
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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />
escritor seleccionó para reflexión teológica, preparó el escenario para <strong>una</strong> nueva palabra de<br />
bendición divina. Si algo iba a venir de algún lugar, esto sería de Dios.<br />
Era <strong>una</strong> palabra profética de juicio y liberación dirigida a la serpiente (Gn 3:14–15, a la mujer (v.<br />
16) y al hombre (vv. 17–19). La razón para la maldición se establece en cada caso: (1) Satanás<br />
engañó a la mujer; (2) la mujer escuchó a la serpiente; y (3) el hombre escuchó a la mujer. ¡Ninguno<br />
escuchó a Dios!<br />
Como consecuencia la tierra sentiría los efectos de la caída <strong>del</strong> hombre. Traería espinas y cardos<br />
y también el sudor <strong>del</strong> hombre. Los hijos nacerían con dolor y la «sumisión» de la mujer (t e šûqâh),<br />
no su «deseo» por el esposo, resultaría en que él se «enseñorearía» (māšal) sobre ella. La serpiente,<br />
por su parte, encararía la desgracia de <strong>una</strong> derrota cierta.<br />
Sin embargo, en medio de la pesada endecha de tristeza y reprensión vino la sorprendente palabra<br />
de profética esperanza (Gn 3:15). Una hostilidad divinamente instigada («pondré enemistad») entre<br />
la persona de la serpiente y la mujer, entre su «simiente» y la «simiente» de ella, tiene su clímax con<br />
la aparición triunfante de un «él», sin duda <strong>una</strong> persona representativa de la simiente de la mujer. Él<br />
le aplastaría la cabeza a Satán mientras que lo más que la serpiente podría o se le permitiría hacer<br />
sería herir el talón de este descendiente varón.<br />
No se reveló enseguida quién iba a ser este descendiente varón. Quizá Eva pensó que Caín era el<br />
tal. Nombró a su hijo Caín diciendo: «¡He tenido un hijo varón, aun el Señor!» (Gn 4:1 [traducción<br />
<strong>del</strong> autor]); alo menos esta es <strong>una</strong> forma de expresar esta enigmática frase. A pesar de cómo se<br />
interprete, se equivocó; y el texto bíblico solo recoge sus anhelos y quizá indicaciones de la clara<br />
comprensión que tuvo de Génesis 3:15.<br />
Aun así, Dios no guardó silencio. Habló y su palabra profetizó otro día en el que se efectuaría el<br />
cambio total <strong>del</strong> golpe de estado de la serpiente como resultado de uno que habló con tanta autoridad.<br />
Más aun, continuó la bendición que Dios prometió a la humanidad. La genealogía de los diez<br />
hombres más importantes en el período antediluviano que aparece en Génesis 5 era <strong>una</strong> evidencia de<br />
esa bendición. Fueron «fructíferos» y se «multiplicaron», como reafirma Génesis 5:2 cuando dice:<br />
«Los creó hombre y mujer, y los bendijo.» Y así ellos tuvieron «hijos e hijas».<br />
Se bendijo a la humanidad en los campos (Gn 4:1–2) y también en los avances culturales (vv.<br />
17–22). Además, la selección de los veinte hombres que nos llevan hasta Abraham trazó el progreso<br />
de esa «simiente» prometida a Eva, así como fueron los agentes de esa bendición para sus<br />
contemporáneos.<br />
Mientras tanto, el juicio continuó marcando el relato. Hubo otro aviso de destierro de la presencia<br />
inmediata <strong>del</strong> Señor. Precisamente como se sacaron a Adán y Eva <strong>del</strong> jardín <strong>del</strong> Edén, en Génesis<br />
3:23–24, así Caín, el asesino de su hermano Abel, fue condenado a ser «fugitivo y errante en la<br />
tierra» (4:12–16).<br />
Ese sentido de presencia fue tan intimo que, cuando se llevaban las ofrendas al Señor, era el<br />
mismo Dios el que inspeccionaba al hombre (Gn 4:4–5) y luego a la ofrenda. Dios valoraba más la<br />
condición <strong>del</strong> corazón <strong>del</strong> oferente que la dádiva que llevaba. Así fue cómo el celo quebrantó la<br />
institución de la familia que trajo como resultado la muerte y la necesaria imposición <strong>del</strong> juicio.<br />
Segunda palabra de promesa: El Dios de Sem<br />
La segunda crisis de la tierra vino con la subversión de la institución <strong>del</strong> estado cuando este dirige a<br />
un populacho revoltoso para practicar el mal. El orgulloso Lamec ya había comenzado a distorsionar<br />
el propósito <strong>del</strong> gobierno con su tiranía y poligamia jactanciosas (Gn 4:23–24). Nadie podía retarlo<br />
ni reprenderlo. Si Dios iba a vengar a Caín siete veces, a Lamec lo vengaría setenta y siete veces.<br />
En medio de la bendición de Dios («los seres humanos comenzaron a multiplicarse sobre la faz<br />
de la tierra» [Gn 6:1]), aumentó el mal. Los gobernantes de la época, que adoptaron para sí el título<br />
http://es.scribd.com/Benami_77