Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_
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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />
Lo ungirás como gobernante de mi pueblo Israel, para que lo libre <strong>del</strong> poder de los filisteos. Me he<br />
compadecido de mi pueblo, pues sus gritos de angustia han llegado hasta mí.<br />
1 Samuel 9:16, cf. 10:1<br />
Así fue. A dondequiera que Saúl volvía su mano, tan potente era el poder de Dios en él, como un<br />
líder lleno <strong>del</strong> Espíritu, que salía victorioso contra cada nación con la que peleaba (1S 14:47; cf. 2S<br />
1:17–27 en el lamento de David). Saúl también erradicó toda clase de superstición y ocultismo que<br />
prohibía la ley de Moisés (1S 28:9) y hasta pareció ser cuidadoso en cuanto a los detalles de asuntos<br />
levíticos como comer sangre (14:34). Era el hombre que «Dios ha escogido» (10:24) y «ungido»<br />
(10:1).<br />
Aun así, ¿qué pasa con la perpetuidad <strong>del</strong> reinado? En ning<strong>una</strong> parte se le prometió a Saúl ni a<br />
Samuel que la oferta era la de un gobierno hereditario; no obstante, 1 Samuel 13:13–14 demuestra<br />
que existía la posibilidad:<br />
El SEÑOR habría establecido tu reino sobre Israel para siempre, pero ahora te digo que tu reino no<br />
permanecerá. El SEÑOR ya está buscando un hombre más de su agrado, pues tú no has cumplido su mandato.<br />
No habría nada insólito en esta oferta, si no hubiera habido <strong>una</strong> promesa, puesto que de la tribu<br />
de Judá venía un gobernante y precisamente en Génesis 49:10 había tal promesa Los símbolos <strong>del</strong><br />
oficio, un cetro y el bastón de mando, no se apartarían de Judá hasta que llegue la persona a quien<br />
legítimamente le pertenecen. ¿Cómo puede el Señor ofrecer a Saúl un reino eterno, sobre todo<br />
cuando era de la tribu de Benjamín? Sin duda, algún día Israel tendría un rey porque esto se aclaró en<br />
Números 24:17 y Deuteronomio 17:14. Israel pudo haber hecho algunos comienzos falsos o incluso<br />
prematuros. Sin embargo, aquí es el Señor el que dice, en retrospectiva, que el reino hubiera sido<br />
sempiterno … y allí está la dificultad.<br />
La solución a esta dificultad no se encuentra en un hecho al parecer traicionero de Samuel que,<br />
en contra de lo que declaran las Escrituras, se suponía que sin ayuda de nadie destituyera a Saúl y en<br />
su lugar eligiera a David. Este asunto en particular tampoco se puede resolver culpando<br />
exclusivamente al pueblo por haber elegido un rey como querían (1S 12:13) porque Saúl también fue<br />
el que Yahvé eligió (9:16; 10:1, 24; 12:13). Patrick Fairbairn fue el que más se acercó a la solución<br />
de este asunto:<br />
Después de solemnemente amonestar al pueblo por su culpa al pedir el nombramiento de un rey de acuerdo a<br />
sus principios mundanos, se les permitió elevar uno de ellos al trono … Y para aclarar el propósito divino de<br />
este aspecto manifiesto a todos los que tenían ojos para ver y oídos para oír, el Señor les permitió que la<br />
elección cayera primero en quien, como representante de la sabiduría y proeza terrenal, estaba poco dispuesto<br />
a regir en subordinación humilde a la voluntad y autoridad celestial y que, por lo tanto, lo suplantó otro que<br />
debía actuar como representante de Dios y llevar distintivamente el nombre de «su siervo». 4<br />
De este modo se esbozó la lección permitiendo que Dios mostrara al hombre que él era el rey<br />
supremo y que cualquier gobierno debía actuar bajo su autoridad. Así que la elección cayó<br />
temporalmente en Benjamín (10:20) en lugar de Judá. Saúl fue incomparable 5 a todos los demás<br />
porque solo él, a excepción de todos los otros, fue el hombre que Dios escogió según Samuel (v. 24).<br />
Su estatura (v. 23) fue <strong>una</strong> señal, pero la elección divina fue lo que le hizo en verdad incomparable.<br />
Sin embargo, a fin de cuentas se desconoce si Dios pudo haberle dado a Saúl el «reino» que llegó<br />
a conocerse como las diez tribus <strong>del</strong> norte que más tarde se apartaron para dárselas a Jeroboán y que<br />
solo se guardó «<strong>una</strong> tribu» (¡nótese que a Judá y Benjamín se les conoció como <strong>una</strong> tribu!) para su<br />
siervo David, quien siempre tendría <strong>una</strong> lámpara en Jerusalén, la ciudad que Dios escogió para poner<br />
4<br />
Patrick Fairbairn, The typology of the Scripture [La tipología de las Escrituras], 2 tomos, Zondervan, Grand<br />
Rapids, MI, 1963, Tomo 1, pp. 121–22.<br />
5<br />
Para un estudio de esta fórmula de incomparable, véanse a C.J. Labuschagne, The Incomparability of<br />
Yahveh en the Old <strong>Testament</strong> [Lo incomparable de Yahvé en el <strong>Antiguo</strong> <strong>Testament</strong>o], E.J. Brill. Leiden, Países<br />
Bajos, 1966, pp. 9–10.<br />
http://es.scribd.com/Benami_77