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Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_

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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />

Ungido de Dios (Hch 4:25–30). Si empleamos las palabras que usaron Pedro y Juan: todo fue<br />

predestinado en el «plan» de Dios.<br />

Esto no fue un uso «casual» ni «libre» <strong>del</strong> AT. En contraste con las opiniones de la mayoría en<br />

las evaluaciones modernas <strong>del</strong> uso <strong>del</strong> NT o <strong>del</strong> AT, los escritores acuden al AT de un modo sobrio y<br />

mesurado. En raras ocasiones citaron el AT solo con propósitos ilustrativos (p.ej., «Ese relato<br />

[hatina] puede interpretarse en sentido figurado [alêgoroumena]», Gá 4:24). Sin embargo, cuando<br />

usaban el AT para doctrina o disquisición con el propósito de impresionar la parte judía de su<br />

audiencia con las continuidades obvias en esta nueva religión, no se podían desviar <strong>del</strong> blanco que<br />

estableció la verdadera intención de los escritores <strong>del</strong> AT. Y en nuestra opinión no se desviaron.<br />

El mejor pacto<br />

La clave para entender el «pacto superior» de Hebreos 8:6 es observar la ecuación hecha entre la<br />

promesa abrahámica (Heb 6:13; 7:19, 22) y el nuevo pacto (8:6–13). Puesto que el pacto mosaico fue<br />

el primero que la nación realizó y experimentó por completo, el autor no coloca el pacto abrahámico<br />

como el primero. El pacto mosaico tenía sus desperfectos (v. 7), pero el Dios que hizo el pacto no<br />

tiene la culpa, sino que se planeó que muchas de las cláusulas fueran temporales. Esto se indicó<br />

desde el principio, cuando precisamente llamaron «copias», «patrones» o «mo<strong>del</strong>os» a las<br />

ceremonias e instituciones civiles, hechos que copiaron de la realidad (Éx 25:9; Heb 9:23). Muchas<br />

eran herramientas provisionales de enseñanza hasta que llegara la «garantían <strong>del</strong> «pacto superior»<br />

(Heb 7:22). La superioridad era el resultado <strong>del</strong> progreso de la revelación y no el resultado de errores<br />

o información intencionadamente falsa de los pactos anteriores.<br />

Claro, el pacto sinaítico o mosaico brotó, como lo dijimos antes, <strong>del</strong> abrahámico y muchas de sus<br />

cláusulas eran solo preparatorias. Así que, cuando Dios renovó la antigua promesa patriarcal que<br />

siguió apareciendo en los pactos sinaíticos y davídicos, nada se tachó, abrogó, quitó ni reemplazó<br />

con excepción de lo que sin duda se limitó desde su primera aparición. Con su muerte, Jesús renovó<br />

el pacto, pero con esto no instituyó uno completamente «nuevo».<br />

Nuestro argumento no es que el nuevo pacto solamente cumpla con las promesas hechas a la<br />

simiente de Abraham. Es verdad que el muro de enemistad entre los judíos y los gentiles se derribó<br />

(Ef 2:13–18); pero esto no fue para implicar o explícitamente enseñar que las identidades o promesas<br />

nacionales se eliminaran, como tampoco se destruyó la identidad de los géneros varón y hembra<br />

Pablo sostiene que los creyentes gentiles fueron «injertados» en el olivo judío (Ro 11:17–25) 6 y<br />

hechos «coherederos y miembros <strong>del</strong> mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por<br />

medio <strong>del</strong> evangelio» (Ef 3:6; RVR-1960). Puesto que «la salvación proviene de los judíos» (Jn<br />

4:22) y que hay solamente un redil, un pastor y, sin embargo, «otras ovejas que no son de este redil»<br />

(Jn 10:16), no sería muy sorprendente ver que los escritores <strong>del</strong> NT añadan la tesis <strong>del</strong> AT, que desde<br />

mucho antes viene formándose, de que hay un solo pueblo y un programa de Dios, aunque hay varios<br />

aspectos de este pueblo y programa únicos.<br />

Pablo hizo a los creyentes gentiles «miembros de la familia de Dios» (Ef 2:19) y parte de «la<br />

simiente» de Abraham (Gá 3:16–19; RVR-1960). Además, los llamó «herederos según la promesa»<br />

(Gá 3:29). Aquella «herencia» fue parte de la «la esperanza a que él os ha llamado» (Ef 1:18, RVR)<br />

y parte de «la herencia eterna» (Heb 9:15). Así que, los gentiles que estaban «excluidos de la<br />

ciudadanía de Israel» (Ef 2:12) y «extraños y extranjeros» (v. 19) «y ajenos a los pactos de la<br />

promesa» (v. 12), son hechos partícipes de la bendición de Dios para Israel.<br />

Sin embargo, en medio de esta unidad <strong>del</strong> «pueblo de Dios» y «familia de la fe», todavía queda<br />

<strong>una</strong> expectativa para <strong>una</strong> herencia futura que concluirá la promesa de Dios con <strong>una</strong> nación de Israel<br />

6<br />

Véanse el análisis magnífico de este pasaje por Bruce Corley, «The Jews, the Future and God: Romans 9–<br />

11» [Los judíos, el futuro y Dios: Romanos 9–11], Southwestern Journal of Theology [Revista teológica <strong>del</strong><br />

suroeste], 19, 1976, pp. 42–56.<br />

http://es.scribd.com/Benami_77

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