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Hacia una Teologia del Antiguo Testament - Walter C. Kaiser Jr_

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http://es.scribd.com/doc/97117904/<strong>Hacia</strong>-Una-<strong>Teologia</strong>-Del-<strong>Antiguo</strong>-<strong>Testament</strong>o-<strong>Walter</strong>-c-<strong>Kaiser</strong>-Hijo<br />

3. Su continuidad. El que mejor analizó la estructura de Jeremías 31:31–34 fue Bernard W.<br />

Anderson. 16 La expresión n e um YHWH («dice el Señor») aparece cuatro veces: dos en la primera<br />

sección, indicando su principio (v. 31a), su conclusión (v. 32b), y dos en la segunda sección, <strong>una</strong> vez<br />

más marcando su principio (v. 33a) y su fin (v. 34b). En la segunda sección (v. 34) también había<br />

dos cláusulas de climax k («en realidad»).<br />

Cuando los asuntos de continuidad encontrados en el nuevo pacto se tabulan en este pasaje, son:<br />

(1) el mismo Dios es el que hace el pacto, «mi pacto»; (2) la misma ley, mi Torá (nótese que no otra<br />

diferente a la de Sinaí); (3) la misma fraternidad divina prometida en la antigua fórmula tripartita:<br />

«Yo seré tu Dios»; (4) la misma «simiente» y «pueblo»: «Tú serás mi pueblo»; y (5) el mismo<br />

perdón: «Yo perdonaré tus iniquidades.»<br />

Aun las características de intimidad, fraternidad, individualismo y perdón se insinúan o se<br />

conocen por completo en el pacto hecho con los padres. Deuteronomio 6:6–7; 10:12 y 30:6 instó a<br />

que Israel pusiera las palabras de la ley sinaítica en su corazón. En realidad, el Salmo 37:31 y el 40:8<br />

indican que esto era ya así para algunos: «Tu ley está en mi corazón.» El perdón <strong>del</strong> Señor también<br />

se alabó en esa fórmula que se repite a menudo: «El Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la<br />

ira y grande en amor y fi<strong>del</strong>idad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que<br />

perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado» (Éx 34:6–7; Nm 14:18; Dt 5:9–10; Sal 86:15; Jl 2:13;<br />

Jon 4:2 y más tarde Neh 9:17, 31). En efecto, removió la transgresión «como lejos <strong>del</strong> oriente está el<br />

occidente» (Sal 103:8–12).<br />

Así, la palabra «nuevo» en este contexto sería pacto «renovado» o restaurado (cf. acádico edêšu<br />

«restaurar» templos en ruinas, altares o ciudades, hebreo ḥdš conectado con la nueva l<strong>una</strong> y ugarítico<br />

hdt, «renovar la l<strong>una</strong>»). Concluimos entonces que este pacto fue el viejo abrahámico-davídico<br />

prometido, renovado y ampliado.<br />

4. Sus nuevas características. También hubo cierta discontinuidad. Si usáramos los diecisiete<br />

pasajes citados arriba, algunos de estos serian: (1) un universal conocimiento de Dios (Jer 31:34); (2)<br />

<strong>una</strong> paz universal en la naturaleza y la ausencia de artefactos militares (Is 2:4; Os 2:18; Ez 34:25;<br />

37:26); (3) <strong>una</strong> prosperidad material universal (Is 61:8; Os 2:22; Jer 32:41; Ez 34:26–27); (4) un<br />

santuario en medio de Israel que duraría para siempre (Ez 37:26–28); y (5) <strong>una</strong> posesión universal<br />

<strong>del</strong> Espíritu de Dios (Jl 2:32ss.).<br />

En esta lista, el nuevo pacto trasciende los previos anuncios de la bendición de Dios. Asi, el<br />

nuevo es más inclusivo, eficaz, espiritual y glorioso que el viejo. Es más, tanto fue así, que en<br />

comparación parecería totalmente distinto al anterior. Sin embargo, en verdad no era nada menos<br />

que el progreso de la revelación.<br />

El «nuevo» empieza con la antigua promesa hecha a Abraham, Moisés y David; y su renovación<br />

perpetúa todas esas promesas y más.<br />

5. Sus discursos. Tal como las promesas abrahámicas y davídicas se hicieron directamente a estos<br />

hombres, así el nuevo pacto se hizo con toda la casa de Israel y de Judá. Ahora, si este discurso de<br />

Jeremías 31:31 parece muy restringido y, por lo tanto, de uso limitado en los tiempos precristianos,<br />

también lo fue la promesa a Abraham y a David.<br />

Sin embargo, ahí reside la solución para todos estos pasajes porque la «simiente» que se<br />

beneficiaría de la promesa abrahámica y davídica incluía a los creyentes de todas las épocas. Así los<br />

beneficios <strong>del</strong> nuevo pacto se aplicaban a todos los creyentes por las mismas razones. George N.H<br />

Peters demostró lo siguiente:<br />

16<br />

Bernard W. Anderson, «The New Covenant and the Old» [El pacto nuevo y antiguo], The Old <strong>Testament</strong><br />

and the Christian Faith [El <strong>Antiguo</strong> <strong>Testament</strong>o y la fe cristiana], ed. Bernard W. Anderson. Harper and Row,<br />

Nueva York, NY, 1963, p. 230, n. 11.<br />

http://es.scribd.com/Benami_77

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