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Su historia y su obra

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Los primeros levantamientos carlistas (el del barón de Hervés y el del abogado de<br />

Játiva Mariano Magraner) fracasaron (55), pero el año 1834 terminó sin que pudiera darse<br />

por extinguida la guerrilla carlista. Había encontrado ésta un jefe de extraordinaria<br />

capacidad táctica: el ex seminarista tortosino Ramón Cabrera, que dirigía por entonces<br />

un centenar de hombres en colaboración con Ramón Carnicer, por algún tiempo<br />

reconocido como comandante de los distintos cabecillas. En la primavera de 1835 la<br />

facción se acrecentó mucho, y habiendo sido capturado y fusilado Carnicer, Cabrera<br />

quedó como jefe <strong>su</strong>premo de las fuerzas de Valencia y Aragón, lanzándose a una serie de<br />

ataques contra Caspe, Chelva y Villarreal. En ese mismo año la proximidad carlista<br />

repercutía sobre la ciudad de Valencia, ya duramente castigada el verano anterior por el<br />

cólera, y alterada por la nueva tensión entre “moderados” y “exaltados”. El 5 de agosto<br />

tuvo lugar un tumulto en el que las turbas pretendían asesinar a los presos carlistas, y en el<br />

que se reveló como activo “politizador de la calle” el procurador alicantino Joaquín María<br />

López; en realidad, el motín iniciaba la verdadera revolución liberal (56). El Capitán<br />

General Francisco Ferraz cedió <strong>su</strong> cargo al conde de Almodóvar, jefe de la Milicia urbana<br />

pero la multitud asaltó las cárceles, y las autoridades tuvieron que ordenar el fusilamiento<br />

de algunos carlistas. La agitación política se complicó con la inquietud huertana: dos días<br />

después unos cinco mii hombres armados se presentaban en la Alameda reclamando una<br />

modificación de los impuestos de puertas y de los diezmos, y la <strong>su</strong>presión total de los<br />

derechos señoriales. Almodóvar <strong>su</strong>po acallar el motín, pero el curso revolucionario siguió<br />

pues se trataba de una oposición al régimen del Estatuto Real impuesto por el<br />

moderantismo en Madrid, llegando a constituirse una “Junta de Gobierno del Reino de<br />

Valencia” enfrentada con el poder central. Los “exaltados” derrocaron a Almodóvar, que<br />

la presidía, pero la reacción de la Milicia —representación de la burguesía— estabilizó<br />

por cierto tiempo la situación.<br />

El proceso siguió en los años siguientes con los mismos caracteres. Desde el verano<br />

de 1835 aumentó la actividad carlista (saqueos de Segorbe y Utiel), y en 1836 adquirió una<br />

gran ferocidad: al fusilamiento de civiles por Cabrera respondió el brigadier Nogueras<br />

ordenando el fusilamiento de la madre del caudillo carlista; desde entonces las represalias<br />

se <strong>su</strong>cedieron. Todo ello era motivo para la excitación ciudadana, produciéndose en marzo<br />

de 1836 una <strong>su</strong>blevación de la Milicia, que depuso al Capitán General, y en estas<br />

circunstancias Cabrera realizó una incursión en la Huerta y, tras un combate indeciso en<br />

Chiva, se dedicó a fortificar Cantavieja (de la que hizo <strong>su</strong> capital) y Chelva, que fue <strong>su</strong> base<br />

de operaciones hacia la Huerta. Una nueva aproximación carlista a la capital <strong>su</strong>scitaría<br />

aquel verano otro amotinamiento radical que era parte de la ofensiva general<br />

“progresista” contra el moderantismo. En 1837 la penetración de Cabrera en la Huerta,<br />

siempre acompañada de matanzas, le llevó en marzo hasta Burjasot, donde llegó también<br />

meses después Don Carlos en el curso de la “expedición real”; pero en <strong>su</strong> retirada los<br />

carlistas fueron derrotados en Chiva por el General Oráa. El fracaso de la expedición del<br />

Pretendiente ante Madrid era el preludio del fin del carlismo, pero Cabrera se mantuvo<br />

por bastante tiempo en el Maestrazgo, donde dominaba Morelia (conquistada en febrero<br />

de 1838) y otras plazas fuertes. La victoria que consiguió en Maelia (octubre) fue seguida<br />

de otras matanzas de prisioneros que produjeron el consabido efecto en Valencia: tumulto<br />

popular (en el que fue asesinado el general Méndez Vigo), in<strong>su</strong>rrección de la Milicia y<br />

fusilamiento de carlistas. La bárbara carrera de represalias no terminó hasta que se firmó<br />

un convenio (abril de 1839) para el canje de prisioneros. Solamente tras el convenio de

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