Su historia y su obra

esperanza de que pudiera absorber los excedentes de calidad selecta no exportados. Era
un nuevo horizonte, pero recortado y estrecho, como se verá.
El bienio siguiente, casi con paralela cronología respecto a los años decadentes,
registró, tanto la campaña 1969-1970 como la de 1970-1971 una cosecha excelente.
España había vendido al exterior más de un millón de toneladas, de las que correspondían
a Valencia la mitad. Los precios, altos al principio, se contrajeron después, para volver a
elevarse transucrridos algunos meses del año.
La campaña de 1970 batió todos los optimismos. Se exportaron 1.549.695 Tm.,
correspondiendo a Valencia un alto porcentaje, 615.714 Tm., cincuenta mil más que el
año anterior. Los precios se mantuvieron a buen nivel hasta mitad de temporada; después
se produjo una caída vertical que motivó la intervención del FORPPA. Estas perspectivas
poco favorables sembraron la apatía en la adquisición de terrenos para fomentar el cultivo
y en las inversiones agrícolas. Por otra parte,las heladas de fines de diciembre dañaron el
fruto y los árboles. Como experimento novedoso aparece entonces el cultivo forrado, en
invernaderos, cuyos resultados se hacían esperar como porvenir lisonjero.
El balance de la campaña de 1971 fue altamente negativo. Las heladas del 1 y 2 de
enero afectaron a los cftricos y productos hortícolas. Su repetición los días 6 y 7 de marzo
dañó la fruta pendiente de recolección y el arbolado, con pérdida notable de la cosecha
siguiente, que se redujo en un 6%. Unas 145.000 Tm. se destinaron, por su deficiente
presentación, a usos industriales; otras 30.000 fueron rehusadas por el exterior. La
devaluación relativa de la peseta respecto a la moneda de países importadores apoyó
favorablemente la exportación, que en otro caso se hubiera visto más perjudicada.
A pesar de los daños registrados, en 1972 la primera fase de la campaña resultó
espectacular con un aumento de 127,1% respecto del año anterior. Un 70% de esta
producción fue destinada al Mercado Común Europeo no ampliado. La segunda fase no
fue tan halagüeña; los precios se mantuvieron, excepto para la variedad satsuma, en la
que fueron inferiores.
A medida que nos adentramos en la década de los setenta los obstáculos se hicieron
más fuertes y numerosos. La campaña del 73/74 tropezó con serios problemas hasta llegar
a una situación de angustia. Se tropezó con la falta de vagones, encarecimiento de los
transportes por carretera, la prohibición de exportar satsuma a Francia, las heladas y la
revaluación de la peseta. El FORPPA hubo de ayudar en la comercialización de la clase
satsuma.
La de 1974 experimentó una reducción de 8,6%. La exportación llevó frutos de
refinada calidad, pero la contracción de la demanda y los preciós a la baja,limitaron su
horizonte en el porcentaje referido.
Las fluctuaciones miden los restantes años. La campaña de 1975/1976 se esperaba
mejor, y lo fue en un 9,8% para la naranja y en un 12% para la mandarina. Pero al final y
en conjunto resultó inferior. La de 1976/1977 superó la anterior en un 10,33% en la
primera fase. En la segunda esta mejoría sería incrementada hasta llegar a un 15%.
En nuestros días persisten los mismos problemas accidentes atmosféricos deterio
rantes, comercialización cada vez más limitada, precios estables, dificultades competi
tivas, discriminación del Mercado Común Europeo.
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