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Su historia y su obra

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prestaciones. Al acudir diariamente a la ciudad para vender hortalizas y otros artículos,<br />

tenían que pagar previamente los odiados “derechos de puertas”, que contribuían al<br />

estado de latente hostilidad entre los campesinos y la urbe que, en muchos aspectos, los<br />

explotaba. El símbolo de esa hostilidad llegó a ser la muralla, en la que los ciudadanos<br />

veían una defensa frente a los rudos —y frecuentemente armados— labriegos, y así se<br />

explican las peticiones de éstos, en 1822, para que fuera derribada la “muralla<br />

degradante, injusta, impolítica...” a fin —se decía— de que “sepan los labradores por<br />

experiencia útil que entran en-<strong>su</strong> propia casa. Harto tiempo la han tenido bien amarga de<br />

que sólo correspondían a esta casa y a esta familia del modo que los esclavos a la del<br />

señor...” (24).<br />

Así, pues, también el sistema señorial se manifestaba en cierto modo en la comarca<br />

más feraz y poblada del reino, pero a la cual ya no bastaba <strong>su</strong> secular sistema de regadío<br />

ante la necesidad de tener que abastecer a la capital y a las comarcas vecinas. De ahí que<br />

la Huerta de Valencia mantuviera durante gran parte del siglo cultivos propios de<br />

secano, como el trigo, la vid y el olivo, a fin de reservar el agua para otros más exigentes.<br />

En cuanto al imperativo de la bonificación de la tierra, obligaba a la obtención sistemática<br />

de las ba<strong>su</strong>ras de la ciudad, que crearía la clásica figura del “femater”. Así y todo, había<br />

que dejar descansar la tierra durante bastante tiempo, por lo que la “rotación<br />

fundamental” de los cultivos huertanos en esta época era, junto a la producción sericícola<br />

sobre las moreras (que bordeaban los campos, sin llegar al monocultivo), la de cuatro<br />

cosechas en dos años: de cáñamo, judías, trigo y maíz. El ctñamo era <strong>su</strong> segunda planta<br />

textil, seguida muy de lejos por el lino, y el maíz se utilizaba tanto como forraje como para<br />

pan de los trabajadores. Pero a todo ello hay que agregar una producción muy importante<br />

y variada de verduras, y la extensión del arroz en la Albufera, donde los “aterraments”<br />

habían comenzado a darse ya en forma masiva desde el siglo anterior.- Este cuadro de<br />

producción huertana —seda, cáñamo, trigo, maíz, judías, arroz y toda clase de<br />

hortalizas— se mantuvo hasta mediados de siglo (25).<br />

1.4.— CRISIS ECONOMICA Y TENSION SOCIAL(1790-1808)<br />

El Reino de Valencia experimentó con particular intensidad las consecuencias de la<br />

grave crisis política y económica que se abatió sobre España en las décadas de cambio de<br />

siglo, iniciada con las guerras exteriores de los años 90 (contra la Francia revolucionaria,<br />

1793-95; contra Inglaterra, 1796-1802 y 1804-1808) y desarrollada con la invasión<br />

francesa, la Guerra de Independencia y la pérdida de las colonias americanas. Ya aquellas<br />

primeras guerras, al gravitar directamente sobre el comercio exterior y colonial, incidieron<br />

decisivamente sobre la economía valenciana, cuya prosperidad estaba ligada a esos<br />

sectores, y cuya industria no había <strong>su</strong>perado graves fallos estructurales. Este hecho es<br />

fundamental para la sedería, que ha sido considerada como posible base para una<br />

industrialización del país valenciano, bien fuera evolucionando hacia la creación de una<br />

gran manufactura como la lionesa o bien hacia <strong>su</strong> conversión en un gran centro de materia<br />

prima o semielaborada, como era el caso del norte de Italia. Pero ambas posibilidades se

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