Su historia y su obra

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representante del Cabildo, Alcalde y diputados provinciales, Director de la
Económica, comisiones de los centros científicos y artísticos de la ciudad y la
Junta de Gobierno de la nueva institución.
El secretario Sr. Vives Císcar leyó una bien escrita memoria, fiel
relación de las vicisitudes por las que había pasado la fundación, desde que el
digno socio de la Económica Don Juan Navarro Reverter formuló el
pensamiento, acogido con entusiasmo por la patriótica Sociedad, hasta el
momento presente, en que, vencidas las dificultades materiales de todos los
géneros que se habían presentado, lucía el deseado instante de dar principio a
las operaciones. Sobria en detalles y abundante en hechos culminantes
consigna la Memoria el levantado párrafo de la carta del Sr. Marqués del
Campo, en que este hijo distinguido de Valencia ofreció 25.000 duros para las
quinientas acciones que tomó a su cargo. El relato fue escuchado con interés
y mereció la general aprobación.
Acto seguido leyó el discurso el señor Presidente de la Institución,
Don Antonio Rodríguez de Cepeda. Sencillo y castizo en la frase, profundo
en el concepto, elevado en la intención, desarrolló el reputado catedrático la
parábola bíblica del rico y sus criados, para alabar las bondades del ahorro
y ensalzar el hábito de una prudente economía. Las sanas doctrinas de la breve
peroración, y la pintura de la ventaja de los Montes de Piedad y Cajas de
Ahorros para las clases menesterosas con que el orador terminó su discurso,
fueron saludadas con una salva de aplausos.
Levantóse el señor Gobernador de la Provincia y manifestó, con sentidas
frases, en nombre del Gobierno de S.M. su gratitud hacia el iniciador
del pensamiento, y a todos cuantos habían contribuido a realizarlo, ofreciendo
su cooperación moral y material para la prosperidad de la Institución tan
favorable para las clases necesitadas. Terminó invitando a los presentes a
pasar al local de las oficinas para empezar las operaciones.
Se trasladaron después los concurrentes a la vecina calle de San
Cristóbal, en cuyo centro se halla la casa tomada para el objeto, sobre cuya
puerta campea una severa inscripción de mosaico Nolla con el título
del establecimiento.
En el salón de la presidencia se procedió al reparto de las cien libretas,
con imposición de veinte reales cada una, que el Consejo de la Caja acordó
regalar a aprendices y adultos acreedores a ello por su conducta y antece
dentes. Fue un espectáculo conmovedor la entusiasta gratitud de aquellos
pobres muchachos que prometían sustraer de sus diversiones y vicios pequeñas
cuotas para engrosar el caudal de aquellas libretas que debían a la
generosidad de Valencia. Y mereció un voto de gracias, propuesto por el
Sr. Antonio Rodríguez de Cepeda, el ejemplo dado por la redacción de “Las
Provincias y la imprenta del Sr. Doménech, que el mismo día habían hecho
imposiciones a todos los aprendices de su establecimiento, rogando a la Junta
repartiera las libretas entre ellos.