Su historia y su obra

de cultivo, planteándose el problema de diversificar la producción. Los arroceros, con la
esperanza de vender a precios remuneradores retuvieron la oferta en 1967, pero apenas
consiguieron cubrir gastos.
Tres años de escasa oferta enl mercado determinaron en 1968 una producción
superior en un 15% a las precedentes, habiendo experimentado los precios un cambio de
media peseta más por Kg. Para esta fecha había progresado la mecanización de medios,
como cosechadoras, secadoras y silos a propósito, pero los problemas de precios y
consumo seguían pendientes de solución. La ayuda de la Caja en el sector financiero fue
sobresaliente y eficaz (11).
Mejor calidad, cosecha inferior a la normal y precios más razonables para algunas
especialidades registran los años 1969 y 1970. No hay que olvidar que regiones como
Sevilla y Extremadura lanzan competitivamente sus cosechas de arroz al mercado. Los
precios se mantuvieron hasta media temporada para experimentar luego, especialmente
las variedades tardías, una caída vertical.
Con los precios desfasados, los costes en aumento y la escasa rentabilidad, el sector
arrocero fue obligado a destinar poco a poco sus terrenos a otros cultivos de mayor
remuneración en los años siguientes. Los precios, que experimentaban algún ascenso,
como sucedió en 1972, no lograron beneficios absolutos. Desde 1973 hasta 1976 se
obtienen excelentes cosechas y, por la menor cuantía de terrenos de cultivo, precios
aceptables. Pero el menor consumo, la competencia con otras provincias y la prohibición
gubernamental de exportar excedentes mantuvieron el sector en período estacionario.
Esta crítica situación continúa hoy bajo la mirada del FORPPA, a la espera de
intervenir cuando la situación se desliza a extremos de precariedad.
2.4.— EL VIÑEDO Y SUS PRODUCTOS
Posee Valencia zonas como la de Utiel y Requena de gran dedicación vitivinícola.
En menor escala que los cítricos y el arroz, constituye también un coeficiente económico
valioso.
Menos que los dos productos anteriores se sustrae a la acción demoledora de los
agentes atmosféricos. El pedrisco, las lluvias, cuando el fruto está en sazón, la falta de
sol y las plagas son los determinantes adversos para que la vid ofrezca cantidad y, por
supuesto, la graduación indispensable que ha de adquirir tan apetecido liquido.
La producción vinícola sufrió en 1959 un doble azote: el pedrisco y la plaga del
mildiu y con ello la pérdida de más de dos millones de hectolitros. Para combatir este
hongo, que se aloja en el follaje, la Caja destinó a tiempo y sin reservas los créditos que
cortaron de inmediato la ruina de las plantaciones. Tal vez esta presteza en atajar males
imprevistos estuvo recompensada con la gran cosecha vinícola del año siguiente. La
cosecha fue sencillamente buena, pero careció de mercado aceptable. Como salida airosa
al problema se acometió la empresa del embotellamiento de vinos. La instalación de
plantas embotelladoras, al mismo tiempo que comercializaba el producto, ofrecía el
aliciente de hacer llegar al público consumidor, de forma expeditiva, calidades de
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