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Su historia y su obra

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4.2.— LAS TRANSFORMACIONES URBANAS Y EL PROBLEMA DE LA<br />

INDUSTRIALIZACION<br />

Es José Campo, marqués de Campo (1814- 1899), la mejor expresión, en efecto, de la<br />

“burguesía de negocios” desarrollada en la época “moderada”, en cuya iniciación le<br />

hemos visto ocupar la alcaldía de Valencia a los veintinueve años, abordando una <strong>obra</strong><br />

urbanística que es el comienzo de cambios cruciales para la ciudad. Lo realizado durante<br />

la gestión municipal de Campo —que duró hasta 1847— en cuanto a empedrado de calles<br />

(de San Vicente, San Fernando y Zaragoza), clau<strong>su</strong>ra de callejones insalubres y<br />

planeamiento de urbanización de la Zaidía, fue continuado en gran medida por el alcalde<br />

José Peris y Valero durante el “bienio progresista” (1854-56): empedrado de la plaza de<br />

Caixers, de la “Baixada de Sant Francesc” y de otras calles (78). Más importante aún fue<br />

la actividad de Campo para dotar a Valencia de agua potable, aprovechando un legado,<br />

para tal fin, del beneficiado Mariano Liñán (1844), y fundando para ello una sociedad<br />

anónima; las aguas se tomaron del Turia, inaugurándose el servicio (en 1850) en las<br />

fuentes públicas de la plaza de Calatrava. La otra gran mejora urbana debida a Campo<br />

fue la iluminación a gas, que se inauguró oficialmente en la Glorieta el 9 de octubre de<br />

1844 (79). Pero la transformación urbana marcó un hito decisivo cuando, en 1865, el<br />

gobernador civil interino, que era el “moderado” Cirilo Amorós, ordenó el derribo de las<br />

viejas murallas, con el motivo inmediato de dar trabajo a los parados pero respondiendo<br />

en realidad a deseos muy extendidos y a la misma necesidad de expansión que<br />

experimentaba la ciudad (80). Se abrieron así mayores posibilidades para la identificación<br />

de ésta con la comarca agrícola de la que era centro, y para la integración de los barrios<br />

del extrarradio (Ruzafa, Patraix, Jesús, Els Orriols, Campanar, etc.); pero, como observa<br />

M. J. Teixidor (81), también se reordenó la disposición mercantil urbana “con un<br />

desplazamiento del centro comercial —calle de Zaragoza y plazas de Santa Catalina y de<br />

la Reina (actual de Zaragoza)— hacia la plaza de San Francisco (actual del País<br />

Valenciá)...”; de todos modos, aquella zona (calles de Zaragoza y Mar, primeros tramos<br />

de San Vicente), más la nueva calle de la Paz abierta en 1862— quedó como centro de un<br />

comercio de lujo, próximo al centro tradicional del Mercado y calles adyacentes, el cual<br />

conservó <strong>su</strong> importancia para el comercio de artículos de primera necesidad. Con todo, la<br />

plaza de San Francisco (o de la Libertad) a<strong>su</strong>mía ya por estas fechas <strong>su</strong> función<br />

“coordinadora”, habiendo recibido la estación del ferrocarril en 1851 (en el lugar donde<br />

había estado el jardín y cementerio del Convento de San Francisco), y en 1860 la Casa de<br />

la Ciudad (en el lugar de la antigua Casa-Enseñanza) (82). A todos estos cambios no siguió<br />

la prolunda reforma que la urbe necesitaba y que aún tardaría algunos años en llegar.<br />

Mayor trascendencia económica podía tener la aparición del ferrocarril, en la cual<br />

también tuvo Campo importante participación, cosa no extraña si tenemos en cuenta que<br />

<strong>su</strong> introducción en España —y las especulaciones a que dio lugar— fueron <strong>obra</strong> de aquella<br />

burguesía conservadora de la que era máximo exponente. El ferrocarril vino muy pronto a<br />

Valencia. Una concesión hecha al británico Wole —representado en España por el<br />

político valenciano Luis Mayáns, destacado miembro del partido “moderado”— para<br />

una línea Madrid-Valencia no prosperó, y Campo, “siempre atento a las oportunidades<br />

favorables” (83) adquirió los derechos del tramo Valencia-Játiva, que se inauguró en 1854,<br />

y al que siguió el enlace con la línea de Madrid en Almansa (1859), y más tarde la línea<br />

Valencia-Tarragona (1868) (84). Se han discutido las ventajas que en <strong>su</strong> tiempo ofrecieron<br />

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