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Su historia y su obra

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1.— PANORÁMICA GENERAL<br />

No creemos propio de este Jugar presentar un estudio exhaustivo de la cronología y<br />

la <strong>historia</strong> de estas instituciones benéficas, sino solamente ofrecer un leve acopio de datos<br />

indispensables para reflejar el contexto que propició <strong>su</strong> estructura y proliferación a partir<br />

especialmente de 1840.<br />

Un tratado sobre el Protectorado del Gobierno en las Cajas de Ahorro, bien a través<br />

de él mismo, bien a través de las Corporaciones locales, no existe y sería de desear, así<br />

como también una profundización de conjunto sobre las corrientes de ideas, motivaciones<br />

sociales, políticas y económicas que contribuyeron a darles el ser entre la primera Real<br />

Orden gubernativa de 1835 y la segunda de 1853. Entre estas dos fechas nacen una serie<br />

de Cajas (1) en distintas localidades de España, promovidas unas por la iniciativa privada<br />

y otras por organismos paraestatales que, aunque algunas dejaron de existir muy pronto<br />

por falta de medios, organización interna y propaganda, abonan la idea de la necesidad<br />

que el país sentía de estas entidades existentes en el extranjero desde las dos últimas<br />

décadas del siglo XVIII.<br />

El primer documento oficial que extiende una visión sobre el conocimiento que de<br />

estas instituciones existía, es la R.O. de 1835. Lamenta “la imposibilidad de implantar<br />

entre nosotros las Cajas de Ahorros del mismo modo que se hallan establecidas en otros<br />

países” y concibe la esperanza de que “llegará un día en que sean los Fondos Públicos el<br />

asilo seguro y ventajoso de los ahorros del pobre”. Mientras tanto “hay que esperarlo todo<br />

del espíritu de filantropía que anime a los ricos y al celo de las autoridades en cuyo seno<br />

está depositada la administración de los pueblos” (2).<br />

Confiesa el legislador dos cosas: que “no es posible instaurarlas entre nosotros en las<br />

mismas condiciones que en el extranjero”; que no por eso debe demorarse más tiempo <strong>su</strong><br />

instauración; son otros, aunque no sean el Estado, los que pueden promoverlas: Aventuró<br />

una predicción que aún no se ha cumplido: “que sean los Fondos Públicos el asilo de los<br />

ahorros del pobre” (3). De aquí arranca el hecho de que una mayoría de las entidades de<br />

ahorro hayan nacido por iniciativa de personas, instituciones benéficas u organismos<br />

privados. Y si se trata de Ierez y Valencia, como veremos luego, se adelantan a la<br />

admonición estatal.

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