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Su historia y su obra

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(79) La ciudad se había venido alumbrando en aquel siglo con faroles de aceite o petróleo, y en 1842 el<br />

municipio recibió una oferta de los francesesJules Lecoq y Charles Lebon para instalar la luz a gas, tal y como se<br />

acababa de hacer en Barcelona. Aunque hubo mucha oposición, el Ayuntamiento acogió bien la idea, pero la<br />

sociedad que se creó a tal fin no pudo ir adelante en el orden financiero; Campo, que formaba parte de la<br />

misma, quedó al fin con los derechos adquíridos y llevó a buen término la empresa (Almela i Vives, ob. cit.,<br />

pág. 59 y ss.; SanchisGuarner, “Laciutat... “, pág. 465).<br />

(80) Sanchis Guarner, “La ciutat... “, pág. 481.<br />

(81) Ob. cit., pág. 57-58.<br />

(82) Ibídem, pág. 301.<br />

(83) Almela i Vives, pág. ob. cit., 64.<br />

(64) Para construir el ferrocarril Valencia-Játiva, Campo creó una sociedad con un capital de 26 millones de<br />

reales y que presidía el duque de Riánsares —esposo de la ex reina María Cristina— y de la que formaban parte<br />

relevantes políticos valencianos como Luis Mayáns y Enríquez de Navarra, Manuel Bertrán de Lis, los marqueses<br />

de Cáceres y Montartal y otros. El primer segmento de esa línea, de Valencia a El Grao, se inauguró en 1852. La<br />

misma empresa, convertida en “Sociedad de Ferrocarriles de Almansa a Valencia y Tarragona”, es la que<br />

construyó la línea a esta última ciudad, y aún planeó Campo nuevas líneas hacia Aragón y Murcia, así como otras<br />

marítimas con vapores que enlazaran de modo regular Valencia con Argel (Almela i Vives, pág. 64 y ss.).<br />

(85) Picó, págs. 49-50.<br />

(86) Se construyeron el dique de Levante y el contradique de Poniente, realizándose un proyecto que había<br />

promovido el banquero Nazario Carraquiri y que había sido concedido <strong>su</strong>cesivamente a la Diputación<br />

Provincial, al mismo Campo, y al fin al Estado. Pero, no obstante haberse establecido ya una línea regular de<br />

vapores hasta Barcelona, siguió el auge de la navegación a vela, siendo notable la actividad constructora de<br />

barcos en las playas del Cabañal y de Nazaret (Sanchis Guarner, “La ciutat... “, págs. 474-5).<br />

(87) Como precedente bancario hay que consignar la creación en 1842 de una Caja de Ahorros y Monte de<br />

Piedad ene! seno de la Sociedad Económica de Amigos del País, que fue “el primer intento moderno conocido<br />

de institución de crédito, la cual parece se desvió más bien hacia un matiz asistencial”, incorporándose en 1851<br />

a las empresas de Campo (Rosselló Verger, V.M.: “La banca y <strong>su</strong> trascendencia urbana en Valencia”, en<br />

“Saitabi”, XII, 1962, p. 245-246). Respecto a la “invasión” de agencias foráneas, el periódico “Las<br />

Provincias” —citado por Picó (p. 29) escribía en 1866 que “Valencia se vio prácticamente asaltada por una<br />

multitud de <strong>su</strong>cursales o agencias de sociedades madrileñas que, constituidas de manera más o menos legal y con<br />

el incentivo de elevados aunque imposibles intereses, atrajeron una buena parte de los capitales valencianos,<br />

que salieron de nuestro país para no volver más”.<br />

(88) <strong>Su</strong>s lazos económicos y políticos con Valencia no se rompieron por ello, puesto que seguía sosteniendo en<br />

esta ciudad el periódico “La Opinión”, que había comprado en 1861 y que dirigió Teodoro Llorente hasta <strong>su</strong><br />

desaparición, en 1866. Este mismo año fundó Llorente “Las Provincias”, en el que prosiguió la misma línea<br />

conservadora pero con una “moderada independencia ideológica” (Altabella, J.: «Las Provincias», eje histórwo<br />

de/periodismo valenciano, 1866-1969”. Madrid, 1970, p. 104).<br />

(89) Con la crisis de 1866 “terminó —escribeJ. Picó (ob, cit., pág. 32)— el primer intento de constituir una<br />

banca autónoma en Valencia, y con ello se escapó la posibilidad más grande de congelar la fuga de capitales y de<br />

constituir unas instituciones financieras que posibilitasen el desarrollo de nuestros intereses”; por el Banco de<br />

España, “única entidad bancaria <strong>su</strong>perviviente”, se trasvasarían al exterior, en el resto del siglo, muchos de los<br />

capitales que había producido la actividad agrícola y comercial valenciana. (En prensa este trabajo, ha aparecido el<br />

libro “Banca i industria(ització. El cas Va.lenci, 1840-1880”, de C. Ródenas (Y., 1978), que trata ampliamente<br />

del tema).<br />

(90) El catálogo de la exposición de 1867 (citado por Picó, pág. 35-36) consignaba que “sólo la fábrica de don<br />

Juan Pampló tenía telares mecánicos movidos al vapor y demás adelantos que la ponían a la altura de los<br />

fabricantes extranjeros’’.<br />

(91) Martínez Santos, “Sede7fa... “, pag. 131.<br />

(92) Giralt, E., ob. cit., pág. 376.<br />

(93) El sector algodonero fue el más mecanizado y el que utilizó por primera vez el vapor (1852-53), floreciendo<br />

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