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Su historia y su obra

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país valenciano únicamente puede percibirse todavía en el núcleo pañero y papelero de<br />

Alcoy, y en algún otro asomo de mecanización como el del trenzado del yute en Elche (92),<br />

aparte de un desarrollo importante, pero temporal, del sector algodonero en el mismo<br />

Alcoy y algún otro punto, como Segorbe (93). Exceptuado esto, el conjunto industrial<br />

valenciano conservaba <strong>su</strong> carácter tradicional y <strong>su</strong> mercado comarcal y regional,<br />

raramente trascendente al de otras provincias, como reflejaron las Exposiciones que se<br />

hicieron en 1851 y en 1867 (94), y también los datos que consigna Madoz (para 1848 y<br />

1851) respecto a la ciudad de Valencia (95).<br />

Ahora bien, ¿significa esta situación una frustración de un proceso histórico que<br />

hubiera debido llevar ya a una industrialización valenciana a esas alturas del siglo XIX?<br />

La interpretación en tal sentido, basada sin duda en la observación de la evolución<br />

económica de Cataluña y el País Vasco, la inició E. Giralt (96), dando por <strong>su</strong>puesto que el<br />

Reino de Valencia ya poseía a fines del siglo XVIII todas las condiciones necesarias para<br />

una “revolución industrial”: población creciente y una agricultura próspera y bastante<br />

comercializada; artesanía sedera y lanera desarrolladas; un “núcleo originario” de<br />

burguesía; ideología “ilustrada”. Además hubo, ya en el siglo XIX, una temprana<br />

aparición de la máquina de vapor y el ferrocarril, así como de entidades de crédito. Pero el<br />

maquinismo industrial no se habría desarrollado a causa de una “descapitalización”, ya<br />

iniciada por la desamortización y desvinculación, y reforzada por la misma riqueza<br />

agrícola (97), especialmente por el espectacular desarrollo del naranjo, que atrajo hacia el<br />

campo capitales que hubieran debido dirigirse hacia las empresas industriales. Todo lo<br />

cual habría llevado, en definitiva, a “configurar la mentalidad de la gente del país”,<br />

definiéndose los intereses agrícolas como los principales y beneficiando a una clase<br />

dirigente que se desentiende de la industrialización. A esta interpretación se le han<br />

opuesto objeciones, algunas respecto a la importancia que tuvieron las manufacturas y los<br />

capitales valencianos (98), y una crítica más general por parte de 1. A. Tomás Carpi (99),<br />

que ha discutido algunos aspectos importantes de los factores o “variables” a los que se<br />

había atribuido determinadas funciones u omisiones históricas. En lo que se refiere a la<br />

banca valenciana, el atribuir a <strong>su</strong> debilidad o inexistencia el que no se desarrollara<br />

industrialmente la región, sería confundir los efectos con las causas ya que “el problema<br />

no está en el sector financiero sino en el industrial”, y lo decisivo fue que éste no aparecía<br />

como <strong>su</strong>ficientemente atractivo para las inversiones bancarias (100). En cuanto a la<br />

frustración de la manufactura sedera como posible base de industrialización, los estudios<br />

de V. Martínez Santos demuestran que las raíces de aquella crisis eran más profundas y<br />

antiguas, habiendo desaparecido tal posibilidad ya a fines del XVIII, y persistiendo sólo<br />

desde entonces un sector sericícola más “agrícola y comercial que industrial”. Habría,<br />

pues, que buscar las causas de que no generase la industrialización en aquel siglo XVIII<br />

(101) que es el que, de forma más general, nos determina las condiciones de la evolución<br />

valenciana del XIX. No hubo, desde luego, “obligación histórica” alguna de que la<br />

industrialización tuviera lugar a mediados de esta centuria, y el hecho de que el proceso en<br />

tal sentido pueda descubrirse en <strong>su</strong> etapa final y ya en el siglo XX indica claramente que<br />

ha sido en este tiempo cuando se han dado las premisas sociales y económicas necesarias,<br />

siendo una de ellas —contra lo que se había afirmado— el propio desarrollo de la<br />

agricultura (102).<br />

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