Su historia y su obra

atender la demanda progresiva del Monte. Es decir, que las imposiciones de la Caja no
eran suficientes para cubrir las necesiades del Monte. Por ello se amplió la cuantía de la
primera imposición hasta los dos mil reales y hasta mil en las sucesivas, pudiendo
acumularse hasta veinte mil reales de capital que gozaría de interés. Y buscando
solucionar este problema comenzaron a funcionar el 4 de enero de 1880 las “imposiciones
a piafo fijo” así como los depósitos voluntarios que superaron en ese año los 355 mil reales.
El propio Marqués del Campo depósitó 38.377 Rs. correspondientes a varios imponentes
de la extinguida Caja-Banco de Valencia.
La insistencia en promocionar el ahorro escolar es evidente a lo largo de los años. Se
señala que:
“no existiendo la costumbre de ahorrar y la experiencia de sus beneficios es
preciso crear dicha costumbre y para ello nada más oportuno que atacar el
mal en su raíz, educando para el ahorro a las nuevas generaciones no se
limita el beneficio a acostumbrar al niño a que se prive de algún insignificante
goce hoy para evitarse gravísimos apuros mañana; sino que se convierte a cada
niño en un apóstol del ahorro que lleva al seno de su familia el ejemplo
palpable de las ventajas de esta virtud, ejerciendo una propaganda fecunda en
resultados” (19).
Esta labor de proselitismo se completaba con conferencias y con la distribución de la
obra del Profesor Laurent, “Conferencia sobre el ahorro” y la de Federico Guiliman,
fundador de las Cajas escolares en Linares, “Diálogos sobre el ahorro escolar” (20). En la
Memoria anual se agradece la labor de propaganda realizada por la institución titulada
“Liga contra la ignorancia” (21). El resultado de todo ello fueron los dos millares y medio de
imposiciones por más de 22.000 Rvn. y el total de 341 libretas abiertas.
Las cifras de préstamos concedidos por el Monte (más de veinte mil partidas por casi
dos millones de reales) demuestra a los ojos de la institución
“que el público va comprendiendo más y más cada día las ventajas que le
reporta el separarse de las casas de préstamos, a las que son aún arrastrados
muchos incautos por la rutina, la ignorancia de la existencia del Monte o la
preocupación que los prestamistas procuran fomentar contra éste” (22).
Apuntaba anteriormente que en este año se comenzó a conceder préstamos sobre
fincas. Es importante observar cómo se orientan este tipo de operaciones que certifica una
vez más la preocupación benéfica de la institución que por fin “puede tender su mano
bienhechora al labrador, al pequeño propietario y al industrial de capital reducido” que
necesitaran cantidades superiores a las que se podían lograr con los préstamos ordinarios.
Justifica este tipo de operaciones el hecho de que
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“la agricultura y la industria . . . se han lanzado a lucrativas empresas y a
laudables mejoramientos de cultivo y exigen el empleo de capitales de con
sideración... Por otra parte, terminado, al parecer, el triste período de la
pertinaz sequía que ha afligido a nuestra comarca, hallándose exhaustos de