Su historia y su obra

2.— LA PRIMERA CAJA-BANCO
DE VALENCIA
Probablemente el año 1834 marca el nivel más alto de efervescencia en el montaje de
Cajas de Ahorro en España. Aparte de lo dicho anteriormente sobre la Caja de Jerez
podrían corroborar el aserto seis distintos artículos publicados en el Diario de la
Administración precisamente en ese año (25), con referencia a lo que sucedía allende de
nuestras fronteras. Su inserción en publicaciones del ramo administrativo, refleja la
urgencia con que en España se reclamaba su creación.
Si tendemos ahora una mirada hacia lo que sucedía en Valencia, el panorama es
más amplio y alentador. El pensamiento de fundar en la capital del Turia una Caja de
Ahorros florece por lo menos tres años antes de cuantos tanteos venimos reseñando.
No nos consta bien la fecha, pero ciertamente antes del 2 de abril de 1832, un
conspicuo miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País de Valencia (SEAPV),
destacado hombre de negocios (26), llamado Pedro Vicente Galabert, elevó una memoria
al Consejo de la Económica en la que proponía y elaborada de paso unas bases para el
establecimiento de una Caja de Ahorros en Valencia. La memoria no se conserva en el
archivo de la SEAPV, porque remitida a su autor para que introdujera algunas
modificaciones que le habían sido sugeridas, no fue devuelta y murió sin llevar a cabo su
cometido.
Existe, en cambio, copia de dos oficios de otros dos eminentes personajes a los que
se envió el escrito de Galabert para sus retoques, que hacen referencia al contenido de la
primitiva memoria: Uno, firmado por Fernando Gómez, lleva la fecha del 4 de abril de
1832 y es contestación al que le dirigió dos días antes (27) el Secretario de la Económica.
El segundo (28) lleva la firmade Vicente María de Vergara, está fechado el 3 de agosto de
1832 e iba dirigido al Sr. Pedro Vicente Galabert.
Un somero análisis de estos oficios permite inferir los principales planteamientos de
la memoria que se perdió. Los dos coinciden en la utilidad de una Caja de Ahorros para
Valencia, pero presentan a la vez ciertas dificultades que desaconsejan medidas
impremeditadas.
D. Fernando Gómez manifiesta: a) que no se atreve a dar su dictamen, porque,
aunque comprende que cada imponente pueda retirar capital e intereses, a interés simple y
compuesto cuando le plazca, no se le alcanza cómo puede confiar la clase menesterosa en