Su historia y su obra

“Persuadidos los que suscriben de la importancia de aclimatar entre
nosotros los nuevos establecimientos de previsión, utilidad y beneficencia
públicas, conocidas con el nombre de Cajas de Ahorros, de las ventajas que
debe reportar su establecimiento a la sociedad en general, y de la mayor
facilidad de realizarlo con el lisongero ejemplo que presenta la de Madrid, y
con los datos, modelos y pormenores que sus reglamentos ofrecen; y ansiosos
de que la Sociedad de amigos de este país sea una de las primeras en
corresponder a la escitación y benéficos deseos que la augusta Reina Gober
nadora ha manifestado porque se establezcan en todas las provincias de la
monarquía, tenemos el honor de proponer a la misma Sociedad se sirva
nombrar una comisión que reuniendo cuantos antecedentes estén a su al
cance, practicando todas las diligencias que crea oportunas, y no perdiendo
jamas de vista el vivo interés que en tan sagrado objeto tiene la Sociedad, la
manifieste cuanto su celo y conocimientos la sugieran para llevar a cabo tan
filantrópicas instituciones”.
La Económica aceptó sus planteamientos y los mismos ponentes fueron constituidos
en comisión para ofrecer un estudio completo acerca del mejor modo de llevar a cabo la
filantrópica institución. En febrero de 1840, con dos meses de trabajo, presentaron sus
conclusiones. Insisten una vez más en el único entorpecimiento que había retardado hasta
entonces los propósitos de la Económica, subyacentes desde 1831: “la existencia de un
Monte de Piedad u otro organismo parejo que haga rentables las imposiciones”. Dice así:
La primera dificultad que se ofrece desde luego para el establecimiento
de la caja de ahorros, la de más bulto, la única tal vez que ha impedido hasta
ahora su realización es el empleo de los fondos o cantidades impuestas en las
cajas; empleo que a la par de una completa seguridad ofrezca beneficios
constantes y suficientes para cubrir el interés de aquellas. Desgraciadamente
las convulsiones políticas que hace tantos años trabajan a esta nación des
venturada y que han hecho tan insegura y precaria la existencia de los
gobiernos que se han sucedido, han dado golpes tan violentos y mortales al
crédito que no es dable recurrir como en otras naciones a los fondos públicos
o al banco nacional para lograr el objeto indicado. A falta de esta ventaja,
más deplorable aún por la idea poco lisonjera que da de nuestra situación
política, la comisión cree puede adoptarse otro medio, que al paso que
llenaría cumplidamente el objeto que se desea, produciría beneficios
inmensos, no menos importantes que los de la misma caja de ahorros. Este
medio es el establecimiento de un Monte de Piedad, o por mejor decir de un
banco de socorros. La existencia de éste y la de la caja se sostendrían mutua
mente hasta el punto que sería difícil, si no imposible, el pretender estable
cerlos aislados, al paso que juntos se bastarían el uno al otro. (32)
Por primera vez habla este escrito de un Monte de Piedad, al estilo del de Madrid,
que unido a la Caja, por identidad de establecimiento, de espíritu filantrópico y de buena
fe era un camino seguro. Pero habla también de un Banco de socorros como sucedáneo de
igual potencia y efecto que el Monte. En la misma comunicación, publicada por razones