Su historia y su obra

Caja; al propio tiempo debía acrecentar el gozo y estímulo de las venideras y, por fin,
había de contribuir al ornato de Valencia y al afianzamiento del crédito de que gozaba la
Institución (30). /
El edificio se levantó ‘bre el solar del antiguo, que fue demolido desde sus
cimientos. Lo que podía quedar de piedras resudadas mordidas por el tiempo, lo que
podía quedar de sabor tradicional y hogareño fue reemplazado por lo nuevo de cumbres
iluminadas, de patios filtrados de luz, de anchos corredores con suelos encerados. En sus
anchas salas, confortables despachos y pulcras oficinas, vivirían las generaciones pasadas
más esbeltas, mejor reconocidas y perennemente cantadas por la joven primavera con que
el Cincuentenario asomaba.
Estos planes comenzaron a madurar en 1926, a dos años de distancia. La magna
obra no pudo verse realizada cuando el 12 de mayo alumbraba el instante quincuagenario.
Inaugurado poco más tarde, sería, no obstante, el himno triunfal de la Caja a su medio
siglo de existencia.
Desde otro flanco, dispuso coronar la obra con otros detalles complementarios y
específicos que circunstancialmente coincidieron con los albores de la fecha y respondían,
lo mismo que el edificio, a su propia obra. Distribuyó 250.000 pesetas en obras benéfico
sociales; otras 250.000 para engrosar la suscripción abierta por el Prelado de la diócesis
para la edificación de un templo a la Virgen de los Desamparados; otras 25.000 para la
cancelación de prendas de ropa; trece mil más entre la clientela de empeñantes que
acudían a la Caja implorando remedio a sus necesidades; cinco mil en imposiciones de
25 pts. cada una, para premiar el comportamiento y aplicación de niños de uno y otro
sexo, asilados en los establecimientos de beneficencia.
De este modo el núcleo central de los diez lustros tuvo un doble enfoque benéfico:
una casa para mejores servicios y un desprendimiento de efectivo para enjugar necesidades
sociales. No hubo —los documentos oficiales no lo reflejan— otros actos públicos o
semipúblicos de recuerdos y conmemoraciones. Todo quedó, salvo pinceladas circunstan
ciales de la prensa, dentro de la austeridad y recato que imponía el rudo ascenso hasta otro
cincuentenario.
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